martes, 26 de mayo de 2015

Cuba vive en su cultura



Luz Marina Fornieles  Sánchez

                              “La cultura es la patria (…)”, afirmó Don Fernando Ortiz
  Más allá de las playas y el sol de esta isla del Caribe, Cuba posee la posibilidad de brindarles a  su pueblo y al visitante extranjero un producto cultural de alta calidad estética y genuinamente autóctono.
  La cultura antillana es el resultado de una intensa fusión de los más insólitos patrimonios. Sus diversos componentes se han integrado sin disolverse, dando lugar a la increíble riqueza evidente en todas sus manifestaciones.
  Exhibe la plástica uno de sus mejores momentos y para aseverarlo en la práctica ya está desbordando las calles citadinas  la XII Bienal de La Habana, el evento más trascendente de las artes visuales en el país.
  Los escritores del patio conquistan espacios y se consolidan en posiciones que hasta hace poco devenían insospechadas. En la música se presenta todo un auge, que abarca desde los escenarios más prestigiosos hasta el horizonte cotidiano.
  El son, la habanera, el bolero, el cha cha chá, el feeling, el mambo, la salsa y la timba siguen ejerciendo influencia en el universo, por lo que su disfrute en su ambiente original se convierte en un atractivo inigualable para quienes escogen este destino para sus vacaciones.
  Los creadores locales hacen mover los pies a sus coterráneos y a foráneos dentro y fuera de fronteras.
  El teatro, la danza, el ballet, el cine, la artesanía, la arquitectura, el patrimonio y la gastronomía, expresada en hábitos culinarios muy típicos, conforman un interesante capítulo que fascina e invita a volver a estos dominios.
  En Cuba la cultura está viva y Cuba vive en su cultura, impresionando a quien se acerque a cualquiera de sus múltiples aristas. Como piezas de un enorme mosaico, los diferentes afluentes de la cultura nacional se unen para dar por resultado una composición única y de extraordinaria  relevancia.
  Su gente alegre, acompañada por una musicalidad intrínseca, se desenvuelve muy arraigada a sus tradiciones y costumbres.
  Para palpar esa parte del devenir del isleño común, no hay nada mejor que ir al encuentro de sus monumentos, galerías, anfiteatros, salas teatrales y museos a lo largo y ancho de la Isla, dedicadas esas últimas instituciones a los más variados temas como la historia, la revolución, la música, las ciencias naturales, el arte colonial y decorativo, las armas, los automóviles, la religión, el tabaco, el ron y el azúcar, entre otros.
  La imagen que se proyectaba de la Antilla Mayor hacia el exterior motivó hace unos años reflexiones y la búsqueda de respuestas a la disyuntiva de hacer una cultura para el turismo o insertar  -lógicamente lo más atinado- a los visitantes en la rica y diversa vida diaria y artística del archipiélago.
  Entonces, en una de las ediciones pasadas de la Feria Internacional de Turismo de Cuba (FITCUBA) la relación entre cultura y turismo fue uno de los temas centrales, y como muestra de la vigencia de la cuestión, el producto cultural será uno de los protagonistas  -junto al polo de La Habana y el mercado de Canadá-, de FITCUBA 2016.  Se buscará así continuar por la senda de promover los auténticos valores de la cultura nacional.
   Cuba no vive de su cultura, sino que vive en ella, y con tal fortaleza cuenta esta nación para seguir impulsado el turismo, fuente de empleo y de ingresos,  vitales estos dentro de la actual batalla económica por perfeccionar el sistema social socialista cubano.

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