Aída Quintero Dip
El santiaguero Ismael Paz Ayarde ha hecho
honor a su apellido, al devolverle tranquilidad y sosiego a numerosos pacientes
que requieren tratamiento de hemodiálisis y a sus familiares, mediante su
voluntad e ingenio como innovador.
Se desempeña como jefe
del Taller de Mantenimiento del Laboratorio Farmacéutico Oriente, de Santiago
de Cuba, el cual estableció en 2015 récord en la producción de concentrados de
hemodiálisis, recurso elemental en el servicio hospitalario que garantiza salud
y calidad de vida de personas con trastornos renales severos.
Como uno de los
innovadores destacados de la empresa, en ese logro resultó clave la
consagración e inteligencia de Ismael,
ante la urgencia de buscar alternativa al problema que perjudicaba a tantos
pacientes.
“No contábamos con
una tecnología que pudiera asumir la demanda de la población en los servicios
de nefrología, y la hemodiálisis se hacía manualmente, con una manguera, en
condiciones difíciles para los trabajadores de esa área”, señala.
Entonces, dice, nos dimos a la tarea de diseñar y fabricar
una máquina totalmente automática para envasar las hemodiálisis, uno de
nuestros productos más nobles por su gran impacto social.
“Esta tiene la
capacidad de triplicar la producción diaria que se hace, facilita y humaniza el
trabajo, hay menos reclamaciones de los clientes y al mismo tiempo le ahorra al
país una cifra considerable de dinero: alrededor de medio millón de euros, que
es la moneda en que adquirimos los equipos.
“Hasta ahora lleva
un año en explotación y ha dado buenos resultados, relata con humildad y
satisfacción el creador de la máquina.
El importante logro
no ha quedado entre las paredes del
Laboratorio Farmacéutico Oriente ni siquiera en la provincia
santiaguera, ya que el equipo se ha comercializado a nivel de país.
“En 2015 asumimos casi la producción nacional de
hemodiálisis completa porque la planta de La Habana tuvo dificultades y nuestro
equipo permitió el incremento de la fabricación”, reconoce Paz Ayarde con la
modestia propia de quien encuentra la felicidad en servir a los demás.
Graduado de técnico
de nivel medio en Mecánica de Taller, este sencillo trabajador está próximo a
cumplir 25 años de faena en el Laboratorio santiaguero, el cual considera una
extensión de su hogar y al colectivo como una verdadera familia.
“Pienso terminar mi
vida laboral en este centro, soy integrante del movimiento de innovadores y
racionalizadores por eso, además de la tarea específica en mi puesto, siempre
he laborado en apoyo a las áreas productivas que me necesiten y en cualquier
circunstancia.
“Confeccioné tres
máquinas para la producción de tabletas, participé en la recuperación de la
torre de enfriamiento de la fábrica de sueros y en la del autoclave de bolsa
que paralizó prácticamente la producción de ese renglón en el país y con ese
trabajo pudimos ahorrarle a la nación cerca de seis millones de dólares.
“También en
transportadores para esa planta, y otros empeños que, aunque parezcan pequeños,
han permitido que la entidad salga adelante”, manifiesta.
Un aval de mucho
mérito atesora el hombre de las hemodiálisis, como se le conoce en su ámbito,
quien se ha ganado el respeto y admiración en el territorio indómito y más allá
de las fronteras locales.
Alcides Rodríguez Mengana,
un paciente de El Caney, quien vive gracias al tratamiento de hemodiálisis, es
uno de los santiagueros que expresan agradecimiento por la obra de Ismael que
le ha permitido mejorar su calidad de vida, y al Estado por brindar
gratuitamente ese costoso servicio de salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario