viernes, 5 de febrero de 2016

El mérito de dar sosiego a pacientes de hemodiálisis



Aída Quintero Dip
   El santiaguero Ismael Paz Ayarde ha hecho honor a su apellido, al devolverle tranquilidad y sosiego a numerosos pacientes que requieren tratamiento de hemodiálisis y a sus familiares, mediante su voluntad e ingenio como innovador.
   Se desempeña como jefe del Taller de Mantenimiento del Laboratorio Farmacéutico Oriente, de Santiago de Cuba, el cual estableció en 2015 récord en la producción de concentrados de hemodiálisis, recurso elemental en el servicio hospitalario que garantiza salud y calidad de vida de personas con trastornos renales severos.
  Como uno de los innovadores destacados de la empresa, en ese logro resultó clave la consagración  e inteligencia de Ismael, ante la urgencia de buscar alternativa al problema que perjudicaba a tantos pacientes.
  “No contábamos con una tecnología que pudiera asumir la demanda de la población en los servicios de nefrología, y la hemodiálisis se hacía manualmente, con una manguera, en condiciones difíciles para los trabajadores de esa área”, señala.
  Entonces, dice,   nos dimos a la tarea de diseñar y fabricar una máquina totalmente automática para envasar las hemodiálisis, uno de nuestros productos más nobles por su gran impacto social.
 “Esta tiene la capacidad de triplicar la producción diaria que se hace, facilita y humaniza el trabajo, hay menos reclamaciones de los clientes y al mismo tiempo le ahorra al país una cifra considerable de dinero: alrededor de medio millón de euros, que es la moneda en que adquirimos los equipos.
  “Hasta ahora lleva un año en explotación y ha dado buenos resultados, relata con humildad y satisfacción el creador de la máquina.
  El importante logro no ha quedado entre las paredes del  Laboratorio Farmacéutico Oriente ni siquiera en la provincia santiaguera, ya que el equipo se ha comercializado a nivel de país.
   “En  2015 asumimos casi la producción nacional de hemodiálisis completa porque la planta de La Habana tuvo dificultades y nuestro equipo permitió el incremento de la fabricación”, reconoce Paz Ayarde con la modestia propia de quien encuentra la felicidad en servir a los demás.
  Graduado de técnico de nivel medio en Mecánica de Taller, este sencillo trabajador está próximo a cumplir 25 años de faena en el Laboratorio santiaguero, el cual considera una extensión de su hogar y al colectivo como una verdadera familia.
  “Pienso terminar mi vida laboral en este centro, soy integrante del movimiento de innovadores y racionalizadores por eso, además de la tarea específica en mi puesto, siempre he laborado en apoyo a las áreas productivas que me necesiten y en cualquier circunstancia.
  “Confeccioné tres máquinas para la producción de tabletas, participé en la recuperación de la torre de enfriamiento de la fábrica de sueros y en la del autoclave de bolsa que paralizó prácticamente la producción de ese renglón en el país y con ese trabajo pudimos ahorrarle a la nación cerca de seis millones de dólares.
 “También en transportadores para esa planta, y otros empeños que, aunque parezcan pequeños, han permitido que la entidad salga adelante”, manifiesta.
  Un aval de mucho mérito atesora el hombre de las hemodiálisis, como se le conoce en su ámbito, quien se ha ganado el respeto y admiración en el territorio indómito y más allá de las fronteras locales.
  Alcides Rodríguez Mengana, un paciente de El Caney, quien vive gracias al tratamiento de hemodiálisis, es uno de los santiagueros que expresan agradecimiento por la obra de Ismael que le ha permitido mejorar su calidad de vida, y al Estado por brindar gratuitamente ese costoso servicio de salud.

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