martes, 9 de febrero de 2016

Un cirujano célebre que recordaré siempre



Aída Quintero Dip
  Tuve el privilegio de conocer al Doctor en Ciencias Julio Noel González Jiménez (1928 - 2016), quien en 1985 realizó el primer trasplante de corazón en Cuba  y se convirtió en un cirujano célebre, con aportes prominentes para el desarrollo de la Medicina en su tierra y más allá de las fronteras nacionales.
   En mi condición de periodista tuve el alto honor  de retratarme junto a él, y de entrevistarlo una linda tarde  en el hospital  Hermanos Ameijeiras, de la capital cubana, escenario de sus últimas y trascendentes contribuciones a las ciencias médicas de su Patria.
  Recuerdo  que la titulé: Un cirujano célebre, como confirmación de que estaba ante un hombre tocado por los dioses,  de manos prodigiosas que puso al servicio de la vida de sus congéneres, con la humildad de quien es  dichoso propiciando felicidad a otros, siendo útil a los demás.
  Del eminente médico y profesor Noel, no olvidaré nunca su amabilidad, su sonrisa franca y esa innata vocación de servir  con la mayor naturalidad del mundo, atento  al más mínimo detalle que una quisiera saber, pese a las altas responsabilidades que le robaban el tiempo y el sueño.
  Hace pocos días recibí la triste noticia de su muerte y, como parte de mi sentido homenaje a la grandeza de su humilde persona,  transcribo parte del texto escrito por la colega Iris Armas  Padrino, al ofrecer la noticia sobre su deceso:

   Graduado de médico en 1954, su dedicación a la profesión y a la especialidad no le impidió cumplir con lo que entendió como su deber patriótico: la lucha contra la dictadura batistiana, refiere la Profesora Consultante María del Carmen Amaro, Vice-Presidenta de la Sociedad Cubana de Historia de la Medicina.
  Como miembro de una célula del Movimiento 26 de Julio, participó en actividades clandestinas y cooperó con otras organizaciones, en particular con el Directorio Revolucionario 13 de marzo, por sus estrechos vínculos con José Antonio Echeverría, Fructuoso Rodríguez y otros compañeros, agrega Amaro en una nota publicada en Infomed.
   En 1959 continuó sus prácticas de cirugía en diferentes hospitales de la capital y unidas a sus actividades profesionales y docentes, estaban también presentes en su diario quehacer las de consolidación de la Revolución.
   Por tal motivo fue fundador de las Organizaciones Revolucionarias Integradas, del Partido Unido de la Revolución Socialista, devenido luego Partido Comunista de Cuba, en el que militó activamente mientras su salud se lo permitió.
   Después de la invasión de Playa Girón, el país se quedó sin ningún grupo que practicara la cirugía cardiovascular, a consecuencia del éxodo de médicos y por encargo del Ministro de Salud Pública, inició la reorganización de esa especialidad en Cuba, en el hospital Comandante Manuel Fajardo.
   Allí fue director y, en 1966, se constituyó en esa institución el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, trasladándose luego al edificio que ocupa actualmente.
   Posteriormente en noviembre de 1984 se creó el servicio de Cirugía Cardiovascular en el Hospital Hermanos Ameijeiras bajo su dirección y el nueve de diciembre de 1985, realizó el primer trasplante de corazón al obrero Jorge Hernández Ocaña, de 31 años de edad.
   Por sus extraordinarios méritos como profesional, docente, investigador y militante revolucionario, recibió numerosos reconocimientos, entre los que destacan: Miembro de Honor de la Sociedad Dominicana de Cardiología y Miembro de la New York Academy of Sciences.
   También la de Miembro de Honor de la Academia de Ciencias de Cuba, Presidente de la Comisión de Ética de la Ciencia y del Comité Nacional Cubano de Bioética, y Miembro de Honor de la Sociedad Cubana de Historia de la Medicina.
   “Al despedir al inolvidable Profesor Julio Noel González Jiménez, no es posible dejar de recordar que este ser humano extraordinario poseyó las virtudes que él mismo admirara en sus compañeros de profesión", destacó Amaro.
   El respeto a sí mismo, a los pacientes y a los compañeros de labor, la pasión por la excelencia y una rigurosa disciplina en el trabajo, aseveró la eminente científica cubana.
   ¡Gracias, Profesor, por la entrega apasionada a su profesión, a su especialidad y a sus sueños revolucionarios de justicia social!, expresó María del Carmen Amaro, quien en nombre de la comunidad científica cubana trasmitió las más sentidas condolencias a su familia, a sus compañeros y amigos.    

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