viernes, 11 de marzo de 2016

La prensa cubana, descorriendo velos




Lisandra Romeo Matos
   Un país como Cuba necesita que lo reflejen tal y como es, sin medias tonalidades, sin añadir blanco al rojo para hacerlo rosado ni acentuar demasiado los matices de la “perfección”.
   Su gente, que en realidad goza de las victorias y sufre los desaciertos, no ha de enterarse por otros sobre lo que sucede dentro y al exterior de sus fronteras.
   Y si así fuera -porque derecho tienen a hacerlo- que solo sea para “contrastar”; pero eso sería lo ideal.
   Una reflexión sencilla en esa dirección nos obliga a mirar a la prensa cubana, y no se trata de tomar este espacio para un análisis simplista ni una catarsis sobre sus problemas; mucho menos para regodearnos en sus logros.
   Este 14 de marzo se cumplen 124 años de la salida del primer número del periódico Patria, fundado y dirigido por José Martí, un sueño acariciado por el Apóstol y hecho a la medida de su genio político y literario.
   Todos los cubanos que amaban la libertad vieron en él su periódico, el cual desde la mismísima primera edición les habló, como un “soldado”, de la unión y de la guerra necesaria para la independencia de una nación colonizada.
    No corren los mismos tiempos, ya la Patria es libre y soberana, pero como lo indica la dialéctica, avanzamos y otros son nuestros problemas ahora. ¿Está hablando la prensa cubana de ellos?
    Sí, lo está haciendo. Lo que habría que preguntarse -sin caer en generalizaciones- es de qué forma, si desde la mera exposición de los hechos, la superficialidad o simplemente el vacío desinformativo.
   ¿La culpa? No la tiene nadie; de buena fe se han trazado caminos para poner un velo sobre lo que no conviene decir ahora; o quizá nos atribuimos el derecho de guardarnos la palabra afilada y la creatividad para no buscarnos problemas.
   Hay que reaccionar, está más que claro; nunca es tarde para aprender de los errores, mucho menos cuando la sociedad reclama con urgencia un mejor periodismo y otros espacios emergen decididos a ganar audiencias.
   En consecuencia, ya es hora de alejarse de las fórmulas, formalismos y formas preconcebidas para ejercer “el mejor oficio del mundo”.
   Va siendo necesario mirar más hacia la gente y su realidad llena de matices, salir de las oficinas, buscar las historias en plena calle, hacer que las personas se sientan parte y protagonistas de los cambios.
  También a la prensa cubana urge ser más escuchada y menos “ignorada” por quienes se creen dueños de la verdad, de la información pública, de aquellos que se atribuyen aún la facultad para “decidir” qué debe ser noticia.
   Ganemos entonces, con profesionalidad, el derecho que nos corresponde, pero también despertemos de su letargo a las mejores rutinas productivas, a la chispa y la inteligencia para colarnos “por el hueco de una aguja” y desentrañar las verdades.
   Recordemos que somos, per se, servidores públicos y, por tanto, defensores de un proyecto social que ha visto siempre en la prensa un aliado inestimable.

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