miércoles, 11 de octubre de 2017

El Che, maestro en medio de la guerra



Magaly Zamora
   Cuando Virgilio Bernardino Jiménez Rojas regresó de participar en la guerrilla del Che en El Congo, en el año 1965 no dijo en su casa una palabra acerca de la misión cumplida, pues sabía que era necesaria la mayor discreción y “un secreto militar no se le puede confiar ni a la mujer que uno ama”.
    Solo varias  décadas después de aquella histórica encomienda, en el año 1997,  se atrevió a narrar situaciones y anécdotas que ni siquiera sus hijos le habían oído contar.
    Entre ellas, extraigo hoy de mis archivos una que ejemplifica la visión del Comandante Ernesto Guevara como formador de su tropa y de sus valores como ser humano.
   “Me reuní con el Che en una pequeña loma, donde estaba la comandancia, cerca del lago Tanganica y lo que más me llamó la atención en  esa etapa de preparación fue que buscó una pizarra y el mismo se puso a darnos clases de matemáticas.
   “Algunos no entendían nada, él hablaba de raíz cuadrada y nos quedábamos en blanco, pues el nivel de escolaridad de la mayoría era bajo, pero después comprendí que su objetivo era mantener a la tropa ocupada en algo útil y evitar así la inactividad que podía conllevar a indisciplinas o dispersión de los soldados.”
   Desmovilizado de la Fuerzas Armadas Revolucionarias con el grado de Capitán, Virgilio, o Alasari, como fue su nombre de guerra, contó entonces que entre los congoleses había gente muy buena y valiente y el Che hacía hincapié en que el propósito de los cubanos era pelear pero también educar a aquellos hombres que vivían en medio de la selva.
   Las cualidades de quien se convertiría más tarde en el Guerrillero Heroico hicieron a este mulato fuerte y apegado a la tierra admirarlo no solo como jefe, sino también como compañero y amigo.
   “Era muy serio, pero a la vez muy cariñoso, se sentaba junto a nosotros y compartía la picadura de tabaco. Nos enseñó a fumar con la cabeza de la pipa hacia abajo para que no pudieran descubrirnos por el humo”.
    Las anécdotas de Virgilio constituyeron un momento importante para delinearnos  rasgos del carácter del guerrillero Ernesto Guevara, su compañerismo, espíritu de sacrificio, férrea voluntad y ejemplaridad en todo momento.
    “Con el Che aprendí mucho, sobre todo a valorar el peligro en la guerra y a golpear al enemigo en el momento preciso”.
    El testimonio de este hombre que compartió tantas jornadas históricas con el Che, tiene un valor excepcional y vale la pena volverlo a rememorar. 

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