Intelectual cubano condena desfachatado irrespeto a José Martí
La Habana, 25 mar (ACN) Luis Toledo Sande califica de desfachatado irrespeto a José Martí una de las películas concebidas para la Muestra Joven, que desde 2001 auspicia el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic).
En Facebook, la productora del filme, que no pertenece al Icaic, ha difundido palabras suyas y un diálogo de la película, afirma el destacado intelectual en su artículo Balas ominosas contra José Martí, que hoy publica el diario Juventud Rebelde.
Precisamente la Presidencia del Icaic emitió días atrás una declaración en la que expresa su total rechazo al irrespeto hacia la figura del Héroe Nacional Cubano, José Martí, y a cualquier otro símbolo patrio.
Especialmente el diálogo es de una grosería a la que no había llegado ninguno de los más enconados detractores de Martí, y si algo revela no es precisamente agudeza conceptual ni tino artístico, lo que tampoco se aprecia en las palabras de la productora, añade Toledo Sande.
Nada tienen esos textos del rigor que se requiere para acercarse por cualquier camino a una figura de la relevancia histórica y afectiva que tiene el Apóstol, a quien nadie que se respete a sí mismo, o a sí misma, ultrajaría de ninguna manera, comenta.
“El irrespeto en que incurre el referido diálogo —en cuya difusión difícilmente quiera participar alguien que se respete— merece un rechazo que nada tiene que ver con normas como las implantadas en monarquías donde, imposición de autoridad por medio, se permite ser irrespetuoso con casi todo, pero no con la Corona, urgida de tal protección para acallar las críticas y reprobaciones, a menudo graves, que merece”, comenta.
El respeto que vale exigir para el tratamiento de Martí es el que él se ganó con su entrega a la lucha emancipadora, con la altura extraordinaria de su obra escrita y en actos, con su inquebrantable coherencia ética entre pensamiento, palabra y acción, y hasta con una fineza que sigue siendo ejemplar y convoca a seguirla.
Muy mal estaría el Icaic, o cualquier otra institución cultural del país, si cediera a la supuesta libertad de expresión válida para denigrar y poner en solfa los más altos valores e ideales de la patria, asegura.
Muy mal estaría la nación si, chantajeada por maniobras de sus enemigos —que nunca le perdonarán su decisión de no acatar las presiones con que han intentado aplastarla, empeño al cual no renuncian—, se amarrara las manos para no poner freno a lo que deba ser frenado. Muy mal estaría Cuba si el concepto de juventud se confundiera con el derecho a la irreverencia y a cometer actos de lesa patria.
Enemigos de la Revolución se han dado inútilmente a urdir falsedades con que simular que Martí les pertenece —es también una forma de afrenta, y no la más leve— o para tratar de mellar su filo revolucionario, cuando no para denigrarlo abiertamente, opina Toledo Sande.
Posiciones similares las han protagonizado quienes, incluso dentro del país en uno de los casos, se han desbocado tratando de reducir a Martí a la nada —de convertirlo en aire inútil, no el aire vital que él transmite como aliento a su pueblo— o acusándolo de hipócrita, racista, antiobrero y otras «maravillas».
Los promotores de tan dolosas maniobras, condenados al fracaso, siguen criterios «posmodernos» según los cuales la historia es un mero relato o simulacro, pero cuentan con que, si lograsen borrar a Martí, minarían gravemente los pilares históricos de Cuba.
Aunque se le venera justamente no solo en este país, resulta natural que aquí la veneración por Martí sea masiva y tenga la marca de lo sagrado, no en abstracto, sino en vínculo profundo con un proyecto de salvación nacional, expresa.
Eso mismo pudiera explicar que, al parecer, los mayores y más encarnizados insultos contra él los han lanzado unos poquísimos hijos de Cuba, incapaces de identificarse con el modo de significación directa que para cubanos y cubanas tiene la continuidad entre Martí y la Revolución, advierte.
De ahí el afán de quienes intentan desconocer la altura del héroe, con lo que, si algo revelan además de miseria política y moral, y conciencia de su propia frustración, es ignorancia, no una ignorancia cualquiera, sino voluntaria, que no se explica ni por deficiencias que pueda haber habido en la enseñanza de la historia, resalta.
Si es joven la Muestra en que los realizadores de la película aludida pretendían que esta se presentara, no es nueva la saña antimartiana de algunas personas nacidas en Cuba, y de otras. Y la juventud, si de arte e ideología se trata, lo es más por razones de esencia que cronológicas. Quien, estando a la altura de los tiempos, rechazaba a los neómanos desorientados, no alababa de preferencia a la juventud en sentido etario, sino a la que viene de abrazar lo fundacional nuevo.
Para hablar del ímpetu con que debía fomentarse en su tiempo el movimiento patriótico cubano, Martí se refirió a «los racimos gozosos de los pinos nuevos» que brotan por entre los troncos de un pinar quemado que había visto en su camino hacia Tampa, y exclamó: «¡Eso somos nosotros: pinos nuevos!».
En cuanto a Martí, sigue enérgico, vigente y fundador cuando ha pasado bastante más de un siglo de su caída en combate, y así continuará siendo. Acaso lo previó él mismo cuando, libre de soberbia y vanidad, vaticinó: «Mi verso crecerá: bajo la yerba/ Yo también creceré», a lo cual añadió algo que vale recordar aquí, aunque él no estuviera pensando en su grandeza personal, sino en la del universo: «¡Cobarde y ciego/ Quien del mundo magnífico murmura!».
Tuvo toda la autoridad moral para decir de sí mismo: «Y yo pasé sereno entre los viles», destacó al destacar la trascendencia de José Martí para el mundo.
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