Aída Quintero Dip
Amor patrio y exuberante vegetación hacen una simbiosis perfecta en Segundo Frente, un pedacito de Cuba expresión de los cambios ocurridos tras el triunfo del Primero de Enero de 1959 y donde se levanta un monumento a la Revolución.
Es el nombre de uno
de los nueve municipios de la provincia santiaguera que rinde honores al frente
guerrillero fundado en esas tierras orientales, el 11 de marzo de 1958, por el
entonces Comandante Raúl Castro para extender la lucha armada, bajo el influjo
de su hermano de sangre e ideales, Fidel Castro.
Allí, en el regazo
histórico de la Sierra Maestra, a 59 kilómetros
de la ciudad de Santiago de Cuba resalta, como prueba irrefutable de la hermosa obra edificada en la Isla, el
joven municipio, cimentado con el sudor de sus mejores hijos.
Precisamente el
mausoleo a los héroes y mártires del II Frente Oriental Frank País García es
uno de los sitios emblemáticos de la localidad, donde conmueve contemplar los nichos de los combatientes caídos bajo el
fulgor de la llama eterna que los venera y acompaña.
Para resguardar
tanto patrimonio está el Complejo Histórico del II Frente Oriental Frank País,
dedicado a preservar la memoria de los acontecimientos que protagonizaron las
fuerzas del Ejército Rebelde y que honra con su nombre al avezado jefe y
combatiente clandestino santiaguero.
Protagonista
singular de la lucha por la
definitiva soberanía de la Patria, se
descubre al sur de la Sierra Cristal, entre las montañas de Mícara, ese sitio
pródigo de hazañas laborales y virtudes revolucionarias.
Conocer y compartir con su gente franca y patriótica
es impregnarse de un legado ancestralmente rebelde, que se transpira en los
535.96 kilómetros cuadrados de extensión
territorial de su hermosa geografía.
Igualmente, es inyectarse
del espíritu emprendedor que caracteriza a los más de 40 mil habitantes de esa
serranía, quienes pintan sus mañanas, atardeceres y noches con los colores más
sublimes de la vida nueva que le nació en 1959.
Casas confortables,
establecimientos públicos, unidades de producción y servicios, y hasta una moderna heladería están a la
vista para complementar un paisaje donde abundan las cubanísimas palmeras,
robustos árboles y el verdor genuino de los campos de la ínsula.
En el primer
intercambio con cualquiera de sus pobladores, se percibe cómo late en sus
corazones el orgullo de que todo cuanto se ha creado en más de medio siglo de
victorias, ciento por ciento obra de la Revolución.
Casi 60 años atrás
cuán diferente era la imagen de aquel desolador poblado, con habitantes presos
de la ignorancia, la insalubridad y el dolor, devenidos en valientes guerreros
en la lucha por salvar la Patria.
Al triunfo de la
Revolución Mayarí Arriba se caracterizaba por un pobre desarrollo, solo los
cultivos de tabaco y café ocupaban un lugar importante, pero muy limitado para
los campesinos que vivían un panorama deprimente y propio de la pobreza que
abatía al país antes de 1959.
Un solo médico
instalado en el barrio de la Prueba, apenas cinco panaderías particulares,
ningún medio de transporte público, un hospital en Soledad de Mayarí Arriba, un
viejo centro telefónico, cinco escuelas,
ausencia casi total de expresiones artísticas y casi nulo desarrollo de la ciencia y el deporte.
Allí están las
huellas de José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, los excelsos guerreros que
dieron lecciones de valor y dignidad en el combate por la independencia de
Cuba, y de otros muchos seguidores que alzaron sus voces y machetes para acuñar
el propósito de libertad o muerte.
Los hombres y
mujeres de Segundo Frente bebieron de la
savia de esos tres insignes patriotas y
asumieron como propia la herencia dejada tras su paso, en 1895, por estas tierras indomables, luego del
desembarco por Playita de Cajobabo y Duaba.
Hoy esas legendarias
serranías constituyen un baluarte seguro en defensa de la Revolución que
ayudaron a fraguar.
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