lunes, 9 de enero de 2012

La cultura de hondura popular nutre cubanía del santiaguero


Aída Quintero Dip
Santiago de Cuba es una plaza fuerte en la cultura, con un rico acervo, reconocido en todo el país e internacionalmente,  que ha trascendido luego del triunfo de la Revolución,  sobre todo, por su calidad, hondura y alcance popular.
Atrás quedó la política cultural de los gobiernos burgueses, de carácter eminentemente simbólico, que servía para denotar la clase en el poder, con exponentes que no representaban  genuinamente la cultura nacional, sino más bien la foránea. Era un arte de elite. El sentido de lo culto se apegaba al arte burgués universal y no se correspondía con el contenido popular de toda la cultura.
Sin  ninguna atención especial y oficial  hacia quienes cultivaban el arte por convicción o por azar, se introducían en el sistema mercantilista del momento tanto músicos, trovadores, escultores, artistas de la plástica. Otro fenómeno eran las sociedades negras que defendían tradiciones afrocubanas y francohaitianas: la Tumba Francesa La Caridad de Oriente, La Tahona, Cabildo Carabalí Olugo y Cabildo Carabalí Izuama, que de milagro subsistían.
La Revolución victoriosa representa, esencialmente,  una Revolución social y cultural que estructuró todo un sistema  dirigido a satisfacer las necesidades culturales y fortalecer los rasgos más genuinos y auténticos de lo nacional.
Santiago de Cuba contribuyó de manera importante a este desarrollo; los artistas se organizaron  en las entidades
que nacían al calor de los nuevos tiempos como la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y la Asociación Hermanos Saíz.
Así se incentivó la creación  de las instituciones culturales básicas, de acuerdo con las diversas manifestaciones artísticas y literarias, y comenzó a promoverse el arte y la literatura local a nivel nacional e internacional. Además, se fundó un sistema  de escuelas para la formación  de artistas y profesores,  y se organizaron acciones sistemáticas de la programación cultural y el movimiento de aficionados, atendidos por las casas de cultura, que felizmente irrumpieron en el panorama del territorio.
La concepción de la política cultural de la Revolución ha posibilitado la participación del pueblo en variados proyectos,  que benefician el arte y la cultura en toda su vastedad; abarcan desde la zona de montaña hasta el litoral, y  se dedican especialmente a los grupos vulnerables y a la población penal.
Santiago de Cuba también es escenario habitual  de eventos de trascendencia en la música, como los festivales  Boleros de Oro, Internacional de Coros, Matamoros Son, y de la trova Pepe Sánchez; en la plástica es anfitriona de varios salones: ECOLOR, de Fotografía, David,  Premio de la Ciudad de Artes Plásticas, Cartel del Carnaval,  Evento de Paisaje,  Terracota, Internos, Salón del Caribe; en la danza  del estival Internacional de Ballet, Máscara de Caoba, Premio de Coreografía Amalia Cué In Memoriam, mientras en el teatro se destacan el Festival Máscara de Caoba y Encuentro Municipal de Teatro.
Antes de 1959 el patrimonio tangible se encontraba en manos de unos pocos, solo había algunas personalidades como Emilio Bacardí y Enrique Bofill interesadas en poner a disposición del gran  público, las obras patrimoniales de la localidad, donde sobresalen hoy  unos  15 Monumentos Nacionales y dos Patrimonios Culturales de la Humanidad: Castillo San Pedro de la Roca (El Morro) (tangible) y Sociedad Tumba Francesa La Caridad de  Oriente (intangible).
Todo el desempeño  cultural santiaguero tiene un complemento importante en varias instituciones culturales de relieve nacional e internacional, como un hecho inédito y fruto de la Revolución. Pudiéramos ejemplificar con  la Casa del Caribe, Centro de Estudios Maceísta, Oficina del Conservador de la Ciudad, Centro Cultural Africano Fernando Ortiz, Fundación Caguayo, Ateneo Cultural Bravo Correoso…
Mención aparte merece el esfuerzo de los especialistas en el terreno investigativo, en las instituciones culturales, digno de reconocer,  con la realización de eventos integradores de gran impacto, sobre todo en el pueblo.
Es, en resumen, una cultura que clasifica como sostén de la nación, porque la fortalece y defiende; condimentada de talento  y tesón,  con creaciones sui géneris y enorme heroicidad, que sintetizan la cubanía del santiaguero.


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