viernes, 7 de diciembre de 2012

Vivir sin violencia es un derecho



Aída Quintero Dip
Desde niña supe que la violencia  dañaba a los seres humanos, el repudio hacia tan lacerante conducta o hecho llegó después en mis años juveniles y se profundizó en la madurez. Como profesional he aprendido a valorar sus efectos y también a combatirla con las armas a mi alcance,  que no son pocas.
Sobre todo cuento con la palabra, el don de la comunicación, para ejercer mi derecho y ponerme en guardia contra los puños, los gritos, las amenazas veladas, las descalificaciones o prohibiciones, las desigualdades, la falta de oportunidades, la discriminación.
“Vivir sin violencia es un derecho”, es el principio que enarbolan en Santiago de Cuba en la Jornada por el Día Internacional de eliminación de la violencia contra la mujer, que se desarrolla desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, cuando las féminas también se sumarán  a la Jornada “24 horas de solidaridad feminista” que acontecerá  en todo el planeta, convocada por la Marcha Mundial de Mujeres.
Es que seguimos las huellas del secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que desde  febrero del 2008 echó a andar la campaña global: Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres, como respuesta a un consenso internacional que convocaba a los gobiernos, a la sociedad civil, el sector privado, a los medios de comunicación y al propio sistema de la ONU para trabajar de manera conjunta en la prevención y eliminación de ese flagelo.
Ya Kofi Annan igualmente había expresado: "La violencia contra la mujer es quizás la más vergonzosa violación de los derechos humanos. No conoce límites geográficos, culturales o de riquezas. Mientras continúe, no podremos afirmar que hemos realmente avanzado hacia la igualdad, el desarrollo y la paz."
A tono con tales postulados, la Campaña Únete se puso en marcha también en América Latina, bajo el mandato  de la Conferencia Regional sobre la Mujer de Latinoamérica y el Caribe capítulo que, siguiendo los lineamientos generales, enfocó el asunto bajo tres pilares: Alto a la impunidad; Ni una más. Prevención, y La responsabilidad es de todos y todas.

Todas las vías son válidas en aras de fomentar, reformar e implementar los marcos legales nacionales y planes integrales para eliminar la violencia contra las mujeres, en base a los estándares internacionales, que desarrollen las capacidades de los funcionarios para poner fin a la impunidad.

Una prioridad  está en el fortalecimiento de las acciones de prevención, promoviendo cambios de actitudes y comportamientos hacia la igualdad de género, cuestionando los estereotipos que discriminan a las mujeres y creando un entorno propicio para la convivencia en las relaciones personales y sociales entre mujeres y hombres.
Asimismo precisa hacer énfasis en la labor con adolescentes y jóvenes, y la incorporación de contenidos educativos y pedagógicos sobre la igualdad de género.

Esta cruzada se gana concientizando, transmitiendo un mensaje que promueva acciones para erradicar la violencia contra las mujeres a nivel individual, en las familias y comunidades, y además promoviendo el trabajo con niños y hombres, artistas, deportistas, líderes y personalidades públicas reconocidas.

Cuando se conoce que el 70 % de las mujeres experimenta violencia en el transcurso de  su vida, o que de 15 a  44 años corren mayor riesgo de ser violadas o maltratadas en casa que sufrir cáncer mamario, el del cuello del útero, el parto obstruido, la guerra o los  accidentes de tránsito; crece  el convencimiento de la necesidad de manifestarnos contra esta abominable violación de los derechos humanos.

Otros datos espeluznantes indican la urgencia de llamar la atención sobre estos asuntos, pues alrededor del 80% de las 500 mil a 2 millones de personas traficadas anualmente, por causa de prostitución, mano de obra forzada, esclavismo o servidumbre, son mujeres y niñas.

También la Organización Mundial de la Salud calcula que al menos una de cada tres mujeres será golpeada, violada o abusada de alguna manera durante su vida. Y lo peor: en muchos casos el abusador es un miembro de su propia familia.
La violencia en el hogar, especialmente los golpes a la cónyuge, es tal vez la forma más generalizada de violencia contra la mujer. En países en que se realizan estudios fiables en gran escala sobre la violencia basada en el género, se afirma que más del 20% han sido víctimas de maltrato por los hombres con los que viven.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcula que la trata de mujeres y niños, que casi siempre se hace para la explotación sexual con fines comerciales, genera hasta 8 000 millones de dólares anuales. Las enormes ganancias que obtienen los perpetradores han convertido ese delito en una amenaza mundial que se extiende rápidamente.
Existe suficiente motivación para enfrentar  los desafíos que impone  su eliminación de la faz de la tierra, pues la violación a la mujer y la niña deja su abominable impronta en continentes, países y culturas. Es hora de acentuar las medidas y acciones para prevenirla y erradicarla; es hora de romper el muro de silencio y hacer que las normas jurídicas se conviertan en una realidad en la vida de las mujeres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario