Quiero compartir en mi página esta hermosa reseña que mi colega Mayté ha dedicado a la Heroína Celia Sánchez Manduley, motivada también por la feliz circunstancia de que mi hija es una de las tantas Celia que en Cuba honran a esta mujer imprescindible en la Revolución.
Mayte García Tintoré
Escribir de una
flor hecha mujer; niña de cabellos oscuros y ondeados convertida en
guerrillera; amiga inseparable, y por qué no, la más fiel, siempre resulta un privilegio.
La recuerdo,
sin haberla conocido, con esa mariposa en el pelo y una sonrisa contagiosa que
inspiraba confianza, certeza. Era de Media Luna, Pilón, Manzanillo, Granma, mejor dicho,
era de Cuba, porque no hubo rincón que no sintiera su muerte aquel 11 de enero de 1980.
Heroína de la Revolución, de la Sierra y el Llano, fue de las primeras mujeres en
empuñar las armas, indispensable en la preparación del desembarco del yate
Granma, y en el apoyo a los expedicionarios; en la Sierra Maestra y junto
al Ejército Rebelde.
Celia
Esther de los Desamparados Sánchez Manduley, profetizó su nombre
cuando incólume marchaba al lado de los desposeídos, los más necesitados; defendiendo
las causas más justas, construyó, creó, revolucionó; todo lo que tocaba lo
convertía en oro, no en vano el amor de su pueblo.
Lilian,
Carmen, Caridad y Aly, fueron seudónimos que usara la primera mujer que ocupó
la posición de soldado combatiente en las filas del Ejército Rebelde, sin
embargo Norma, la inmortalizó, se enraizó entre las tropas.
En una carta
enviada por los guerrilleros de la Sierra Maestra a Frank País, revelaron el papel
vital de Celia durante la guerra cuando escribieron: “En cuanto a la Sierra, cuando se escriba
la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer
dos nombres: David y Norma”.
Se desempeñó en el cargo de
secretaria de la
Presidencia del Consejo de Ministros de Cuba, tras el triunfo
de Enero de 1959; estuvo inseparablemente fundida a la historia misma de la Revolución y fue la más
ferviente intérprete del pensamiento de Fidel, hasta el último aliento de su
vida.
Tras su muerte, nacía una generación
apodada con su nombre, y hoy son muchas las CELIAS que inspiradas en su ejemplo
le dan prestigio a esta nación, muestran la valía de sus mujeres y la enteraza
de este pueblo que defiende la libertad; ella fue el alma de Fidel, y él es
Cuba.
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