Aída Quintero Dip
Segundo Frente es un
monumento de la Revolución
y a la Revolución. Recorrer
su geografía y compartir con su gente tan franca y patriótica, es inyectarse de
ese legado ancestralmente rebelde y del espíritu emprendedor que le
caracteriza.
Un orgullo late en el
corazón de los pobladores de esa serranía, al reconocer que todo cuanto se ha
creado allí en más de medio siglo de victoria, es ciento por ciento obra de la Revolución.
Protagonista singular de la
lucha por la definitiva soberanía de la Patria, se descubre al sur de la Sierra Cristal, entre las
montañas de Mícara, ese sitio pródigo de hazañas laborales y virtudes
revolucionarias. En el regazo histórico de la Sierra Maestra, a 59 kilómetros de la
ciudad de Santiago de Cuba, resalta el
municipio de Segundo Frente como prueba irrefutable de una nueva época.
Cincuenta y cuatro años
atrás era diferente la imagen de aquel desolador poblado, con habitantes
hambreados y presos de la ignorancia, la insalubridad y el dolor, devenidos en
valientes guerreros para salvar la nación.
Al triunfo de la Revolución, Mayarí
Arriba tenía un panorama deprimente y propio de la pobreza general que abatía
al país antes de 1959. Un solo médico instalado en el barrio La Prueba, apenas cinco
panaderías particulares, ningún medio de transporte público, un hospital en
Soledad de Mayarí, un viejo centro telefónico, cinco escuelas, ausencia casi
total de expresiones artísticas y desarrollo del deporte, la ciencia, la
seguridad social, la cultura general, en fin del derecho a la vida.
Allí también la historia había
sembrado el afán de redimir la
Patria; allí estaban las huellas indelebles de José Martí,
uno de los más grandes cubanos de todos los tiempos; de Máximo Gómez y Antonio
Maceo, los excelsos guerreros que dieron lecciones de valor y dignidad en el
combate por la independencia de Cuba, y de muchos seguidores que alzaron voces
y machetes para acuñar el propósito de libertad o muerte.
Los hombres y mujeres de
Segundo Frente bebieron de la savia de esos tres insignes patriotas y asumieron como propia la herencia dejada a su
paso, en 1895, por estas tierras indomables, luego del desembarco por Playita
de Cajobabo y Duaba.
En ese paraje la fuerza
impetuosa de los anhelos libertarios posibilitó la creación de las condiciones
para la constitución, el 11 de marzo de 1958, del II Frente Oriental Frank País García, al
mando del entonces comandante Raúl Castro y bajo el influjo del máximo líder
Fidel, reconocido por la osadía de asaltar el cuartel Moncada, pronunciar su
alegato La historia me absolverá y desembarcar con el yate Granma, con un grupo
de valientes.
La localidad es rica en tradiciones de lucha desde los
nativos aborígenes en contra del conquistador hispano y el africano esclavo
contra el amo blanco, del nativo que se incorpora a la guerra de independencia;
ejemplos no faltan de la lucha del campesinado en la neocolonia por
reivindicaciones, como en el Realengo
18, con su líder Lino Álvarez, y el Primer Congreso Campesino en Armas, en
septiembre de 1958.
A cada paso en Segundo
Frente es posible escuchar testimonios
-algunos inéditos- de combatientes y colaboradores que tuvieron el
privilegio de estar junto a Raúl y a Vilma, la insigne heroína a la que
prodigaron un cariño muy especial y hoy rinden honores en el mausoleo que
atesora sus restos, junto a otros rebeldes que dieron hasta su sangre por la
libertad.
Ahora en esas legendarias
serranías está la mano salvadora de la Revolución por todas partes, edificando una obra
hija de un sueño conquistado con hidalguía y amor.
La historia recogida en
museos y monumentos y, sobre todo, en la memoria de su gente, está a la vista
para recordar los aportes de esta región a la gestación y auge del proceso
revolucionario cubano. Para resguardarla está el Complejo Histórico del II
Frente Oriental Frank País que preserva los trascendentes acontecimientos que protagonizó el Ejército
Rebelde, en el territorio que abarcó este frente guerrillero desde su fundación
hasta el Primero de Enero
Tierra que hechiza, además,
por su naturaleza exuberante y espíritu creador de los hombres y mujeres, no asombra que esté a la altura de estos
tiempos de desafíos constantes ante las amenazas del imperio que no admite que
un pueblo no se plegue a sus designios.
El secreto de los constantes
y ascendentes resultados en la vida socioeconómica del municipio, está en la
unidad de acción y labor cohesionada de todos sus factores, y un pueblo siempre
presto a dar el paso ante cada tarea y
cada reto.
Sus principales
asentamientos desde San Benito de Mayarí, Loma Blanca, Seboruco, Sabanilla,
Boca de Mícara, Soledad, San Nicolás, hasta Tumba Siete y El Cristal son
testigos del auge de los renglones fundamentales como el café, la madera y el ganado,
así como la producción de viandas y hortalizas. Un punto aparte merece la
producción cafetalera en el municipio mayor productor del grano en el país.
En los servicios de salud
casi inexistentes antes de 1959, dispone de varias unidades asistenciales y
consultorios del médico de la familia, que constituyen un verdadero lujo para
los pobladores, quienes reciben estos servicios gratuitos como en toda Cuba, y
de manos de profesionales muy calificados, muchos de los cuales nacieron en
esos parajes.
Resalta la obra transformadora
de la Revolución Educacional,
iniciada con la apertura del II Frente cuando se organizaron los maestros
rebeldes, dirigidos por la guerrillera Asela de los Santos Tamayo; pero hoy esa
preterida zona de antaño está sembrada de escuelas donde alumnos y maestros forjan
y fomentan saberes que se difunden y enaltecen a toda Cuba.
Dar el ejemplo primero ante
cada convocatoria de la
Revolución es la filosofía que motiva la actuación de los
mayariceros, conscientes de que es la única fórmula para seguir fortaleciendo una obra con la frescura y transparencia de los
riachuelos de la sierra.
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