Rosa María González López
La trascendencia de la fundación de la
Federación de Mujeres Cubanas (FMC), el
23 de agosto de 1960, lejos de disminuir se ha acrecentado a lo largo de estos
54 años de intenso accionar por una noble causa.
Nacida bajo la
dirección de la ejemplar combatiente revolucionaria Vilma Espín, en un acto celebrado en el capitalino teatro
de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), fue desde los inicios una
institución cuyo objetivo inmediato y futuro era hacer no solo viable, sino
también posible, la integración de las féminas a la vida social del país. Y así
ha sido, en las buenas y en las circunstancias más difíciles y complejas.
Las cubanas
recuerdan agradecidas el liderazgo de Vilma, quien dedicó desde aquel día
fundacional su vida a la obra renovadora de la FMC, e imprimiera fuerza,
principios, laboreo incansable, fidelidad, alegría y ternura a un movimiento
que se hizo sentir en todo la nación, desde la familia hasta las instituciones
sociales y gubernamentales.
Con el inédito
cambio que a partir de enero de 1959 comenzó a vivirse en Cuba, tras el triunfo
de las fuerzas rebeldes, se generó un nuevo programa político y económico, y la
Revolución en el poder requirió profundas transformaciones sociales que, para
llevarse a cabo, demandaron la presencia activa y eficaz de las mujeres.
Tamaño empeño no
amilanó a las cubanas –con personalidades de recia estirpe e historia- que
hasta esos momentos se relacionaban en varias organizaciones, entre ellas la
Brigada Femenina Revolucionaria, la Hermandad de Madres o la Columna Agraria.
Decidieron entonces
alinearse en una agrupación que les permitiera emprender el camino de los
cambios e incluso de una vida nueva y luminosa y ocupar el espacio que por
derecho debía ser suyo.
No todo ha sido
coser y cantar y muchas veces forjaron su camino frente a los vientos y mareas
del conservadurismo y los prejuicios sociales, que incluso hoy no han sido
totalmente batidos. También, en medio de severas limitaciones económicas
recrudecidas en diversas etapas, agravadas por el bloqueo económico
norteamericano.
Pero hay que volver
a la historia en un día tan cercano a su nuevo cumpleaños. Durante su ceremonia de constitución, el
Comandante en Jefe Fidel Castro se dirigió a la multitud femenina que colmaba
el recinto con meridianas palabras: “La
mujer está realizando una tarea activa y la mujer organizada puede contribuir
grandemente a hacer desaparecer los últimos vestigios de la discriminación”.
En aquella
histórica intervención, Fidel explicó a
quienes allí se encontraban reunidas la apremiante necesidad de contar con
instalaciones de nuevo tipo para la atención de los hijos de las madres que, a
partir de las oportunidades que la Revolución les comenzaría a ofrecer, se
incorporarían al trabajo o a los programas de desarrollo que para ellas se
organizarían.
Y en efecto, una de
las labores a las cuales se vincularon las federadas cubanas desde los inicios
fue la creación de los círculos infantiles. El 10 de abril de 1961, pocos días
antes de producirse la agresión mercenaria por Playa Girón, ya se habían
inaugurado, en zonas urbanas pobladas por personas de bajo recursos, las tres
primeras instituciones de este tipo en el territorio nacional.
Impregnada de una
faena llena de entusiasmo, la FMC había logrado juntar más de medio millón de
pesos, los cuales fueron empleados para construir tan indispensable obra. La
organización femenina cubana reconoció la necesidad que las mujeres tenían de
incorporarse al trabajo y a la Revolución, y asumieron la creación de los
círculos infantiles como su principal tarea asociativa.
En la cruzada
contra el analfabetismo, una noble acción que el enemigo imperialista trató de
abortar de mil maneras, también la FMC desempañó un papel relevante. En una
de sus plenarias, su presidenta, Vilma Espín, informaba que en la Campaña
Nacional de Alfabetización habían participado activamente 87 mil federadas.
La salud devino a
su vez otro de los espacios donde la mujer, en los primeros años de creada la
federación, demostró su capacidad. Saneó barrios insalubres y educó sobre la
base de prevenir enfermedades. En 1962 fue crucial su aporte al
desenvolvimiento exitoso de la primera vacunación masiva contra la
poliomielitis.
Tal campaña llegó a
todos los rincones de la isla y a todos los niños de Cuba, y tuvo en las federadas a sus colaboradoras más
dispuestas. Capacitadas por el Ministerio de Salud Pública y vinculadas
solidariamente con los Comité de Defensa de la Revolución, ellas emprendieron
una tarea que pudo garantizar con la inmunidad de los hijos, la tranquilidad a
todas las madres cubanas.
Desde los primeros
años de creada, la Federación apostó por el desarrollo pleno de la mujer. Con
sencillez pero con mucha constancia, fue derribando los motivos
discriminatorios que impedían el desarrollo pleno de sus capacidades y su
integración a la sociedad. Las preparó para ser mejores seres humanos y
encontrar en la equidad, un requisito para su libertad.
Demostró desde sus
comienzos, como si fuera un precepto inherente a su misma esencia y
condición, aquel pensamiento martiano
advirtiendo que, las campañas de los pueblos solo son débiles, cuando en ellas
no se alista el corazón de la mujer; pero cuando la mujer se estremece y ayuda,
cuando anima y aplaude y unge la obra con la miel de su cariño, la obra es
invencible.
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