Por
WILKIE DELGADO CORREA
“Maestro, lo digo sin complejos, tú eres padre de los revolucionarios de
este Continente…y yo te digo a ti… Padre Nuestro que estás en la tierra, en el
agua y en el aire.” Palabras de Chávez a Fidel.
Quizás sea inevitable que con el paso de los años los hechos y las
realidades circundantes vayan convirtiéndose en historias contadas o
interpretadas con los matices diferentes que les han ido incorporando los
sucesivos coetáneos de las épocas venideras a pesar de los testimonios
originales del instante en que ocurrieron. Por eso, todo lo que se pueda hacer
para salvar a los acontecimientos de la desmemoria o la tergiversación será una
contribución a la luz del futuro.
Los sesenta y ochenta cumpleaños respectivos de Chávez y de Fidel han sido
momentos propicios para que se cuenten hechos de uno y del otro y,
especialmente, de los ligados a ambos, desde aquel primer encuentro en el
aeropuerto de La Habana, casi veinte años atrás.
Y cuentan, a modo de especulación con posible certeza, que el invitado
especial del Historiador de la Habana para una visita a la Casa de Bolívar en
la ciudad vieja, pensaba y repensaba en qué le esperaría en aquel país tan
amado por unos y tan aborrecido por otros. No tenía la menor posibilidad de
imaginar las sorpresas que le esperaban a su arribo.
Cuentan que el invitado que arribaría ya era una figura conocida y vista en
su país, Venezuela, con buenos ojos por unos y con ojerizas por otros.
Despertaba confianzas en unos, y en otros el diapasón al respecto era grande:
para la derecha era la peste que amenazaba a la Cuarta República; para las
izquierdas radicales, era alguien que, por su origen militar y el intento de
asaltar el poder por la vía armada, no merecía gran consideración ni la
confianza como un revolucionario verdadero.
Pero en nada de eso pensaba el viajero que se disponía a bajar del avión
con sus cuarenta años cumplidos, su juramento bajo el Samán de Güere y la
fundación del MBR-200 de doce años atrás, su permanencia en la cárcel de Yare,
su vestimenta modesta que arropaba su figura algo enflaquecida y su rostro
amuchachado y noble de campesino. Pensaba en qué le esperaría en La Habana
después de aquella inesperada y sorpresiva invitación un día en Caracas.
Y cuentan que su asombro fue descomunal cuando tuvo la certeza de que en
ese preciso instante le recibía personalmente Fidel, el tan conocido Comandante
en Jefe de la Revolución Cubana, con sus sesenta y ocho años cumplidos, su
uniforme verdeolivo de campaña, sus cientos de batallas libradas y con la
gigantesca obra acumulada en su país y otras partes del mundo.
Cuentan que al fundirse ambos en un abrazo aquel diciembre de 1994, Chávez
tuvo la sensación de un aliento protector y amoroso de padre, físicamente
semejante a aquel espiritual que sintiera algún día, de parte de Bolívar. Y
también cuentan que Fidel presintió aquella vez la presencia, y la sensación de
cobijar en sus brazos la estirpe, arrojo y lealtad de Camilo y Che, perdidos
años atrás.
Y cuentan que fueron muchas las sorpresas y las incomprensiones en todas
partes, con matices y explicaciones discordantes y contradictorias, por el
hecho de que Fidel hubiera roto el protocolo y recibiera prácticamente con los
honores de jefe de estado a aquel humilde combatiente venezolano cuya futura
trayectoria era imprevisible entonces para muchos.
Cuentan que diez años después, en un discurso ante Chávez y la delegación
venezolana, Fidel enfatizaba que “para saber quién es Hugo Chávez hay que
recordar lo que dijo en el discurso pronunciado en el Aula Magna de la
Universidad de La Habana el 14 de diciembre de 1994, hace hoy exactamente diez
años… verán cuánta riqueza de contenido y sentido revolucionario encierran.”
Y cuentan que Fidel empezó a referir lo que Hugo Chávez expresara aquel
día, que pudiera ser objeto de estudio para medir su consecuencia
revolucionaria, pero solo algunas ideas bastarían para conformar esta historia:
“Al referirse al hecho de que yo lo esperase en el aeropuerto, expresó con
increíble modestia: "Cuando recibí la inmensa y agradable sorpresa de ser
esperado en el aeropuerto internacional “José Martí” por él mismo en persona,
le dije: “Yo no merezco este honor, aspiro a merecerlo algún día en los meses y
en los años por venir”. Lo mismo les digo a todos ustedes, queridos
compatriotas cubano-latinoamericanos: Algún día esperamos venir a Cuba en
condiciones de extender los brazos y en condiciones de mutuamente alimentarnos
en un proyecto revolucionario latinoamericano, imbuidos, como estamos, desde
siglos hace, en la idea de un continente hispanoamericano, latinoamericano y
caribeño, integrado como una sola nación que somos.”
"En ese camino andamos, y como Aquiles Nazoa dijo de José Martí, nos
sentimos de todos los tiempos y de todos los lugares, y andamos como el viento
tras esa semilla que aquí cayó un día y aquí, en terreno fértil, retoñó y se
levanta como lo que siempre hemos dicho —y no lo digo ahora aquí en Cuba,
porque esté en Cuba y porque, como dicen en mi tierra, en el llano venezolano,
me sienta guapo y apoyado, sino que lo decíamos en el mismo ejército venezolano
antes de ser soldados insurrectos; lo decíamos en los salones, en las escuelas
militares de Venezuela—: Cuba es un bastión de la dignidad latinoamericana y como
tal hay que verla."
Y dijo más Chávez en su discurso: "En esa área o en esa tercera
vertiente, en el proyecto político transformador de largo plazo, extendemos la
mano a la experiencia, a los hombres y mujeres de Cuba que tienen años pensando
y haciendo por ese proyecto continental."
Cuentan que en todos los campos analizados hubo coincidencia entre Chávez y
Fidel, que les permitió, una vez alcanzado el triunfo presidencial de Chávez,
tejer la urdimbre de la alta y verdadera política, arte y ciencia a favor de
sus respectivos pueblos y de los otros pueblos. Y soñaron y pensaron que eso
era bueno y la solución definitiva a los problemas ancestrales. Y Fidel
prometió y aseguró la forma de acabar de raíz el analfabetismo en Venezuela, y
hacia allá fueron maestros, televisores, métodos pedagógicos y cartillas del Yo
sí puedo, y Chávez y los venezolanos garantizaron e hicieron realidad aquella
proeza del deber y el saber. Y ambos vieron que eso era bueno y posible, como
previeron, y pensaron y desarrollaron la estrategia de combatir las
enfermedades y el desamparo de la atención médica de las clases sufridas,
y hacia allá se movilizaron miles de médicos cubanos para convivir con los
pobladores en los más disímiles escenarios de Barrio Adentro para librar la
lucha por la salud y la vida en su sentido integral. Y ambos vieron que eso era
bueno y posible como soñaron, y aspiraron a más y decidieron extender la
colaboración para prevenir o curar la ceguera a través de la Misión Milagro;
para la formación de personal médico; para desarrollar los deportes y la
cultura y otras muchas esferas sociales. Y sabía Chávez que Cuba requería de
suministro seguro de combustible e hizo lo posible e imposible por brindar su
ayuda solidaria.
Y cuentan que Fidel, aquel que había adivinado en Chávez las cualidades de
un gran revolucionario desde los días de su prisión en la cárcel de Yare, le
expresó en su discurso del 2004: “Prometiste volver un día con propósitos y
sueños realizados. Volviste y volviste gigante, ya no solo como líder del
proceso revolucionario victorioso de tu pueblo, sino también como una
personalidad internacional relevante, querida, admirada y respetada por muchos
millones de personas en el mundo, y de modo especial por nuestro pueblo”.
Y cuentan además que existen otras muchas cosas conocidas y otras que
quizás no se conozcan nunca, sobre este asunto de las relaciones entre estos
grandes hombres, que trece años después, en noviembre de 2007, Chávez,
las sintetizó cuando rezó a Fidel el Padre Nuestro, el poema de Neruda a
Bolívar, y le expresó su convicción de ser a la vez alumno e hijo con estas
palabras: “Maestro, lo digo sin complejos, tú eres padre de los revolucionarios
de este Continente. Tú eres Padre Nuestro, le dijo Neruda a Bolívar, y yo te
digo a ti… Padre Nuestro que estás en la tierra, en el agua y en el aire.”
Así que basta por ahora esta breve historia que constituye apenas unas
líneas de una historia mayor que oficialmente se inició en 1994 y que perdurará
por siempre.
31-7-2014
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