martes, 24 de marzo de 2015

La luz interior de José Cuevas

Aída Quintero Dip
  El santiaguero José Cuevas Veranes tiene la virtud de poseer una luz interior que subyuga desde las primeras palabras.
  Es grande el hechizo que ejerce ante sus semejantes este hombre con el don de la sabiduría innata, de gusto por el diálogo profundo, pensamiento diáfano, afable y  alegre, a pesar de ser ciego.
  Amar, crear, trabajar, afán por estar siempre al servicio de los demás y ese sexto sentido para ver con los ojos del alma, constituyen bastones que guían sus pasos por la vida.
   Casi adolescente alfabetizó en Baracoa, donde llevó la luz del saber a los campesinos, una de las tareas que guarda con gran cariño, quizás por su intacta vocación de maestro, de los formados en la antigua Escuela Normal de Santiago de Cuba, donde conoció a Frank País y a Pepito Tey.
   Delegado al IV Congreso del Partido Comunista de Cuba y a la Asamblea Provincial del Poder Popular durante 11 años, y una apasionada capacidad para defender la Revolución en cualquier tribuna, son trazos de la rica trayectoria de este cubano íntegro.
   “Desde el 28 de septiembre de 1969, cuando Fidel llamó a formar los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), estoy en vigilia permanente cuidando la Patria como la niña de mis ojos”, confiesa, quien fue miembro del secretariado provincial en Santiago de Cuba.
  “Soy de procedencia campesina, muy humilde. Nací en 1940 en Minas de Ponupo, La Maya, y considero los CDR mi primera escuela revolucionaria, la que forjó mi espíritu combativo.
  “A esa organización le debo conocer bien a las personas, saber la hora exacta para tratar asuntos y encomendar misiones, en un contacto siempre espontáneo, sincero, dice; tal vez por eso abundan los saludos a su paso y Cuevas conoce por la voz  a aquellos que le profesan tanto respeto.
   Ahora su tiempo lo dedica a la Asociación Nacional del Ciego (ANCI), de la que integra su ejecutivo nacional hace 18 años y está desde 1978 al frente de la organización en la oriental provincia, Vanguardia Nacional por 22 años consecutivos.
  Solidez en los resultados indican esos datos, cuánto empeño requiere mantenerlos, él y su equipo de trabajo lo saben bien.
   “Los logros son evidentes; en el crecimiento este es el territorio con más miembros, unos cuatro mil; creamos 107 comités de apoyo en el campo y en la ciudad, tenemos una faena notable en la rehabilitación del ciego, empeño que más ennoblece nuestra obra, recalca, y lo más importante:  somos una gran familia.
   “En la labor diferenciada hacemos énfasis en los jóvenes, las mujeres y personas de la tercera edad, pues necesitan mucho respaldo y valerse por sí mismas, en ese sentido hay frutos”.
  Se advierte que Cuevas está enamorado del trabajo con los ciegos y débiles visuales, se ha encariñado tanto con esa misión que, además de su orgullo, siente el compromiso de contribuir a formar el relevo.
  Como premio a su entrega ostenta varias condecoraciones, ha viajado a Hungría, Alemania, España y a las extintas Checoslovaquia y Yuloslavia; y estuvo en un Congreso de la Unión del Ciego Latinoamericano, en Panamá.
  Este hombre no repara en su discapacidad, es sorprendente; vive a plenitud cada instante, escribe poemas, cuentos, y ha ganado  premios en testimonio en encuentros de escritores de la ANCI.
  Le gusta la cocina y comentan quienes lo conocen bien que es bueno en ese giro, lo reafirman sus recetas apetitosas que han obtenido lauros en foros de ciencia y técnica.
  Ha estado varias veces en actos cerca de Fidel, pero recuerda con emoción cuando el líder histórico de la Revolución inauguró la escuela para niños ciegos y débiles visuales Antonio Fernández León, de Boniato; y Cuevas le confesó entonces: “Comandante usted me inspira para estar entero".
  “Me gusta actualizarme, tengo un radio de pilas al lado, oigo televisión, me leen los periódicos, analizo materiales mediante el Sistema Braille, soy autodidacta y modestamente sé de política, economía, cultura”, precisa  sin alarde de erudición.
  “En la asociación empleo mis potencialidades en un empeño útil y humano. A ella llegué humildemente, a raíz de mi estado, después de cinco operaciones y quedar ciego por glaucoma”, dice quien es ejemplo de aquellos que no creen en la adversidad.
   A José Cuevas Veranes los éxitos de la ANCI y sus dos hijos y dos nietos le renuevan por minutos la vitalidad de esa luz interior que le distingue, en una nación donde ser ciego no es soledad ni abandono.
 

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