Mi modesto homenaje al "Sierra Maestra" por el Día de la Prensa Cubana, que celebramos el 14 de marzo, y a cuyo colectivo me honro con haber pertenecido.
Aída Quintero Dip
El periódico Sierra Maestra sigue siendo, como el 7 de septiembre de
1957, un soldado de la Revolución.
En el Santiago de Cuba ancestralmente rebelde nació bajo el fragor de
las balas, y creció con ese signo como un símbolo.
Igual que las indómitas montañas orientales donde se fraguó la libertad,
su nombre es comprometido y de combate, lo ganó en los días de la guerra y
también en época de paz.
No lo conquistó gratuitamente, para merecerlo un grupo intrépido de
jóvenes del Movimiento 26 de Julio tomó la letra impresa como bastión y sembró
una semilla.
Hijo de la impronta guerrillera y del ideal libertario de Fidel Castro y
de Frank País, vio la luz este agitador en tiempos de clandestinaje, honrando a
Patria, que más que un periódico fue la voz de José Martí anunciando la nueva
era americana.
O rindiendo tributo a El Cubano Libre, esa artillería pesada de la
Revolución como fue bautizado, con el preciso empuje tras la épica y el riesgo.
El “Sierra Maestra” no solo cumplió
esa misión; después de la victoria de enero multiplicó su quehacer y se convirtió en alfabetizador de ideas
nuevas, testigo y testimoniante de la obra de todos.
Atesora más de cinco décadas perpetuando la memoria de momentos trascendentales, estremecedores,
definitorios, pero, especialmente, tocando el corazón del pueblo.
Es la casa grande de sus periodistas, editores, correctores,
diseñadores, fotógrafos, y la casa es como un manantial perenne, de donde se
sacan fuerzas diarias y nuevas, siempre frescas, y siempre poderosas, para la
batalla de la vida.
Tal es la brújula que guía al
periódico que leen y evalúan cada sábado los santiagueros, al que acuden
para confirmar la noticia, el protagonista de tertulias en parques y calles, al
cual critican, pero lo aman irremediablemente y sienten como suyo.
El palpitar de Santiago está en sus páginas, así ha sido siempre para
reverenciar acontecimientos en una ciudad donde aún caminan por sus calles
testigos y héroes de la historia, y no faltan hazañas por reseñar, laborales,
deportivas, educacionales, científicas…
Con su Réplica del Machete Mambí del Generalísimo Máximo Gómez, la Orden
Juan Marinello, la condición de Vanguardia Nacional y tantos y tantos méritos cual
espada y escudo, está presto a crear, forjar, innovar en el afán de parecerse
más a sus lectores.
Fiel a la intrepidez de los fundadores, su colectivo desafió desde las
imágenes y la palabra el devastador huracán Sandy, en zafarrancho de combate sin
miramientos de hora y empeño, para mantener al pueblo informado y suplir a
otros medios ante la carencia de electricidad.
El “Sierra Maestra” no creyó en Sandy, así tituló su trabajo una colega
de la capital en aquellos días difíciles, solidarios y heroicos, en que el
semanario se convirtió en diario, para sintetizar una labor asumida con la
sencillez de las tareas grandes.
Lo advirtió anticipadamente José Martí: “No hay mejor cetro que un buen
periódico”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario