miércoles, 7 de diciembre de 2011

La estatura de Baraguá; la hidalguía de Maceo

AÍDA QUINTERO DIP
Mangos de Baraguá es mucho más que un entrañable sitio de la historia, donde el 15 de marzo de 1878 se alzó la voz de Antonio Maceo para que la dignidad de Cuba  ascendiera a estatura universal.
Ese nombre no envejece; trasciende,  se ha convertido en símbolo por ser expresión del arraigado sentimiento patriótico de un pueblo.
La Protesta de Baraguá, protagonizada por el Titán de Bronce y otros valientes luchadores, como única respuesta ante el bochornoso Pacto del Zanjón, no ha perdido  un ápice de  hidalguía; sigue siendo lección para quienes socavan su soberanía,  vulneran principios o claudican ante las presiones.
La sabia advertencia de Maceo de no queremos paz sin independencia, está incólume, como si estuviera recién estrenada.
No había mejor escenario para que la historia lo escogiera  otra vez -el 19 de febrero del 2000-, cuando miles de  compatriotas, en combativa tribuna, exigieron la devolución  al seno de su familia y de la Patria de un niño secuestrado  en las entrañas del monstruo.
Desde esa fecha, Baraguá  es aún más imprescindible, referencia,  parte decisiva de una Batalla de Ideas que se hizo juramento para todos los tiempos,  contra la que se estrellan armas tecnológicas, militares o científicas, el monopolio de los medios de comunicación y el poder político y económico del imperio.
Sin precedentes en la historia por lo sorprendente y novedosa,  se desató una ofensiva de pueblo y de pensamiento,  ya que en ninguna época se  entabló semejante conciencia en el campo de ideas y de la ética de un poderoso imperio y una nación pequeña pero valiente, a solo 90 millas de sus costas.
Los cubanos juraron defender, bajo cualquier circunstancia,  su derecho a la paz, a la vida, al desarrollo, el respeto a la soberanía y a sus intereses más sagrados.  Por su cumplimiento,  se ha obrado con inteligencia y sin tregua, pero el combate continúa.
Prometieron luchar  -y así lo han hecho-  contra las agresiones y amenazas a la seguridad nacional y los actos de terrorismo;  el bloqueo y la guerra económica, los planes de subversión, diversionismo ideológico, sabotaje y desestabilización interna.
Como  consecuencia de lo jurado, ante la gloria inmortal de Maceo y sus compañeros de armas, desde el mismo sitio donde partió,  el 22 de octubre de 1895, la invasión de Oriente a Occidente, se ha profundizado en una más sólida conciencia revolucionaria, en el logro de elevados conocimientos y una más amplia cultura general e integral a favor del  pueblo.
El juramento de Baraguá  es mucho más que deber y compromiso con el presente y el porvenir; como documento de alta prioridad y vigencia, por su valor estratégico y como texto de perenne consulta, se ha convertido en un  modo de ser y de actuar, de acuerdo con las exigencias del momento que  vive hoy Cuba.
Con el machete salvador  e ideas de meridiano filo del General Antonio Maceo en lo más alto de la conciencia nacional, muy cohesionados los veteranos y los pinos nuevos, seguiremos abriéndole caminos al sol. Es el tributo del pueblo en el  115 aniversario de la pérdida de su más bravo gladiador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario