AIDA QUINTERO DIP
Hace casi medio siglo, algunos comenzaron a expresar inquietudes sobre el medio ambiente, frente a una civilización bárbara que estaba destruyendo las condiciones naturales de vida, y peligrando la supervivencia en el planeta.
Cuando por primera vez se ponía sobre el tapete ese delicadísimo tópico, muchos pensaron que se trataba de personas exageradas. Pero realmente estaban muy bien informadas, eran inteligentes e iniciaban así la misión de concientizar a la opinión pública sobre el tema, con la angustia de que fuera tal vez demasiado tarde para adoptar medidas.
Lo más lamentable que se releva en este asunto, es que quienes por sus altas responsabilidades políticas debían mostrar las mayores preocupaciones, reflejaban más bien desconocimientos, y hasta desinterés y desprecio por esa cuestión.
Cada año hay nuevos intentos por hacer algo útil, pero no se avizoran cambios halagüeños. Ante ese gran dilema se celebra cada 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente, y más que sentir regocijo por festejarlo con resultados a su favor, la especie humana tiene nostalgia e incertidumbre por el futuro del planeta.
De acuerdo con apreciaciones de un previsor como Fidel, el acelerado deterioro del medio ambiente clasifica entre los problemas cardinales que agobian al mundo en este milenio, lo cual indica la urgencia de buscar alternativas para salvarlo, si aspiramos a tener garantía de futuro.
El asunto incluye en el mismo rango de prioridad las funestas consecuencias de la proliferación de armas de exterminio y del incremento de pobreza, hambre, enfermedades, desempleo…
Ahora nos separan casi 20 años desde la Cumbre de Río de Janeiro, convocada por las Naciones Unidas, que contó con la presencia de Fidel, quien ha dicho que “pese a la proliferación de discursos, compromisos y promesas, muy poco se ha hecho. Sin embargo, la conciencia del mortal peligro crece. Debe crecer y crecerá la lucha. No hay alternativa.”
Y lo más grave aún es que la población mundial seguirá aumentando aceleradamente cada año, según el criterio de expertos. La gran alarma provocada por esa explosión demográfica, unida a la apresurada degradación de las condiciones naturales elementales para la supervivencia de la especie, ha causado verdadera consternación en muchos países, ya que la mayoría de los crecimientos ocurrirán en las naciones del Tercer Mundo.
Conociendo el creciente deterioro y reducción de los recursos de la tierra y el agua, las hambrunas que ocurren en muchas áreas geográficas, la indiferencia y el despilfarro de las sociedades de consumo, así como también los problemas educacionales y sanitarios de la población mundial, si no se resuelven, es como para imaginarse una gran catástrofe.
No puede desdeñarse nada que tenga que ver con el daño ecológico y la destrucción del medio ambiente, porque esto puede poner en peligro la existencia misma de la humanidad. Esa es la advertencia, el planeta, nuestra casa común, reclama auxilio.
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