martes, 12 de junio de 2012

Gloria del deporte y ejemplo de lealtad



Aída Quintero Dip
He comprobado una vez más que los cubanos somos una gran familia, que se caracteriza por sentir en carne propia cualquier infortunio de los demás. A lo largo de mi vida y  de los hechos acaecidos, lo he confirmado.
Lo reafirmo nuevamente ahora cuando supe de la  dolorosa pérdida de Teófilo Stevenson Lawrence, esa Gloria del  Deporte cubano que sentó cátedra en el boxeo y fue ejemplo de lealtad a su pueblo y a su Revolución.
La noticia conmovió a mi hogar, a mi barrio, al colectivo laboral. Era tema de conversación en el transporte público, en las bodegas y en las tertulias callejeras. Todos se referían al atleta como un ser cercano, querido, además de resaltarlo como fiel exponente del boxeo mundial.
Es que Teófilo con su sobresaliente actuación en el pugilismo se ganó el cariño de hombres, mujeres y niños que lo admiraban no solo por sus increíbles pegados sobre el ring, sino por su caballerosidad y humildad en las áreas de competencia y fuera del cuadrilátero también.
Él, Alberto Juantorena y otros tantos  que nos llenan de orgullo, son ídolos de generaciones de jóvenes que nacieron y crecieron respetándolos  por la gloria que dieron a la Patria,  por el amor  con que sudaron la camiseta, y la disciplina que mantuvieron para ser siempre grandes.
Amén de lauros y medallas que colgaban de su cuello, de ser triple campeón olímpico y mundial  de boxeo,  y de  todo lo que mereció en su fructífera carrera deportiva,  me queda el recuerdo imborrable de la actitud patriótica de Stevenson.
Fue aquella ocasión en que los mercaderes del deporte le ofrecieron altísimas sumas de dinero para que traicionara a su Patria,  y él respondió que no cambiaba el cariño de millones de cubanos por todo el oro del mundo.
Si este pugilista era ya un atleta de calibre, consagrado y respetado en el ámbito deportivo nacional y fuera de nuestras fronteras, aquella sentida  confesión lo colocó en el altar de la honra.  Con ese gesto tan altruista y digno se ganó  mucho más la consideración de su pueblo.
Ahora ante su muerte, pienso en sus raíces humildes que nunca  desdeñó, en su gente del central Delicias, en Las Tunas,  que lo amaban como nadie, y pienso en nuestra Bandera, su Bandera de la Estrella Solitaria, que está a media asta por la pérdida de un hijo bueno.
El movimiento deportivo cubano está de luto, pero el ejemplo de atleta íntegro de Teófilo Stevenson seguirá ondeando en los cielos del mundo cada vez que un compatriota represente esas entrañables cuatro letras que él defendió siempre con la pasión de su fuerte pegada.

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