Aída
Quintero Dip
Nacido
bajo el fragor de las balas y de los rigores de la compartimentación exigida en
la lucha clandestina, en el Santiago de Cuba ancestralmente rebelde y heroico;
el periódico Sierra Maestra sigue
siendo, como el 7 de septiembre de 1957, un soldado de la Revolución.
Igual
que las indómitas montañas orientales donde se fraguó la libertad, su nombre es comprometido y de combate y no
lo ganó gratuitamente, para merecerlo un grupo de intrépidos jóvenes del Movimiento
26 de Julio tomó la letra impresa como bastión y sembró una semilla.
Hijo
de la impronta guerrillera y del ideal libertario de Fidel Castro y de Frank
País, vio la luz este agitador en tiempos de clandestinaje, honrando a Patria, que más que un periódico fue la
voz de José Martí anunciando la nueva era americana, cuando lo fundó el 14 de marzo de 1892 para hacer la Guerra Necesaria; o El Cubano Libre, calificado durante la
contienda independentista como artillería
pesada de la Revolución.
El
Sierra Maestra no solo cumplió esa
misión; después de la victoria de Enero de 1959 multiplicó su quehacer y se
convirtió en alfabetizador de ideas
nuevas, testigo y testimoniante de la obra colectiva, perpetuando la memoria de
momentos trascendentales, estremecedores, definitorios, pero, esencialmente
tocando la mente y el corazón del pueblo.
A
las puertas de su 55. aniversario, el colectivo de hoy con sus colaboradores de
siempre y fundadores al lado, cual centinelas, no recibe la fecha con los
brazos cruzados, vanagloriándose de sus resultados. Está presto a asumir los
desafíos del periodismo militante y creador de estos tiempos difíciles, ante un
mundo convulso y globalizado.
Mejor
Centro Nacional del sindicato de la
Cultura, lugar destacado en la emulación de la UPEC, la obtención de premios periodísticos y el infinito
privilegio de ser buscado cada sábado por los santiagueros y cada día
por los internáutas, son motivaciones para continuar adelante, estimulados,
además, por atesorar desde abril de este año, la Réplica del Machete del Generalísimo
Máximo Gómez, otorgada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Los
logros no envanecen a los actuales trabajadores. Solo hay espacio para fomentar
el conocimiento, la cultura, la búsqueda
de formas más originales y de profundidad en los contenidos, en los cuales prevalezca la calidad profesional; solo
hay tiempo para seguir tomándole el
pulso a nuestra época, reflejarla aún mejor y ofrecer un mensaje eficaz, objetivo y
oportuno a los receptores.
Prioridades
son, también, trabajar consagradamente y ser celosos guardianes de la
coherencia, la identidad, la elegancia,
que constituye el estilo del periódico, y esforzarnos por cumplir la
misión estratégica de organizar y dirigir la cobertura que permitan garantizarle
un perfil propio a nuestro órgano.
No
todo está hecho, la deuda está en pie. Informar, educar, persuadir, crear
opinión, orientar, argumentar, son verbos urgidos de conjugarse mejor en la
prensa cubana y en particular en nuestro Sierra Maestra, en este mismísimo
siglo XXI para acercarnos a la máxima martiana, porque únicamente así se resumen de manera elocuente los objetivos y las misiones del
periodismo ético y revolucionario que el Apóstol predicó:
“Toca
a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir; tócale examinar los
conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado; no encarnizarlos con un
alarde de adhesión tal vez extemporánea, tócale proponer soluciones, madurarlas
y hacerlas fáciles, someterlas a consulta y reformarlas según ella; tócale, en
fin, establecer y fundamentar enseñanzas, si pretende que el país la respete, y
que conforme a sus servicios y merecimientos, la proteja y la honre”.
En
consonancia con tales preceptos, este
soldado fiel afilará su puntería periodística, y se empeñará por dar siempre en
el blanco, para parecerse mucho más a la vida que palpita a su alrededor, a su
pueblo y a la sociedad que marcha hacia delante, pese a todas las adversidades.
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