Aída Quintero Dip
Bárbara Durades Miklín, del
municipio de San Luis en la provincia de Santiago de Cuba, siente que la vida la
ha premiado y con modestia exhibe sus más
preciados trofeos: cinco hijos y la participación destacada como machetera en 19 zafras azucareras.
“He conquistado 16 veces la
condición de Vanguardia Nacional, soy una mujer feliz, mi familia comprende
y comparte mi duro trabajo, y es cómplice de mis sueños,
lo que me ha dado ánimo y fuerza para hacer lo que me gusta y hacerlo bien”.
Lo dice con una alegría que
contagia, que le brota por toda la piel, y una amplia sonrisa como si esa
hazaña de años tras años fuera lo más natural del mundo, y no hubiera demandado de ella tanta consagración
y entereza.
“En las labores de la agricultura comencé en 1985, me dedicaba a la cosecha de
hortalizas, desyerbe y regadío en áreas de un sitio histórico de mi tierra, donde
se efectuó la Reunión
de La Mejorana, el 5 de mayo de 1895,
y se encontraron José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo para decidir los planes de la
Guerra.
“Luego fue que di un importante paso en mi vida, me convertí en machetera, pero no ha sido fácil”.
Recuerda especialmente aquella zafra en que estaba parida y le llevaban
a su hija al campo para darle el pecho, pues así no perdía tiempo en el corte; y a su esposo, operador de combinada, quien al
principio se mostraba terco, no quería que ella fuera machetera, y ahora colabora y comparte con orgullo.
“Me lo gané con mucho amor y cariño,
además del respeto que siempre ha existido entre nosotros”, expresa satisfecha de su obra la sanluisera.
Hace unos meses, en marzo exactamente, Bárbara abandonó por unos días los
campos de caña en la Cooperativa de Producción Agropecuaria Sabino Pupo por un
honorable puesto en la delegación
santiaguera que asistió al IX Congreso de la Federación de Mujeres
Cubanas (FMC), en La Habana.
Un aplauso cerrado selló su presentación en la Asamblea Provincial de la
organización femenina en Santiago de Cuba, cuando se exaltó su ejemplo de modestia y tenacidad, y hasta
Teresa Amarelle, la máxima dirigente de la FMC en la nación, se conmovió ante
la historia escrita por esta mujer.
“Como estoy en la primera línea
de la producción, en el evento me sentí
aludida y congratulada, al hablarse de
la necesidad de que tuviéramos un
protagonismo superior en el aporte al desarrollo y avance del país, mucho más en
estos tiempos de actualización del modelo de la economía”.
Con otros bríos llegó la sanluisera a su centro laboral, pertrechada de
nuevas herramientas para ser puntal en la lucha por la eficiencia, y también a
su comunidad, donde dirige la delegación de base de la FMC, para transmitir las experiencias compartidas
y las lecciones que aprendió.
Tiene palabras de elogio para sus vecinas Arasís Santana, Noris
González, Pura Román e Hilda Deysis Moya porque ha podido contar con ellas
siempre, en las buenas y en las malas,
un día para hacerle el almuerzo, otro para cuidarle los hijos, y otro a movilizar a las federadas para asumir
tareas diversas.
Iomara Colombá Salazar, secretaria general de la FMC en San Luis, considera
que, como mujer negra y humilde, esta
cubana ha aprovechado bien las oportunidades que le ha brindado la Revolución, es ejemplo
en el trabajo y en la vida, al ser la estampa de la laboriosidad, sin haber
descuidado la forja de una linda familia.
A Bárbara le viene como anillo al dedo una frase de José Martí, como escrita
para ella: “El alimento natural de la mujer es lo extraordinario”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario