lunes, 21 de julio de 2014

Lo extraordinario, alimento natural de Bárbara



Aída Quintero Dip
   Bárbara Durades Miklín, del municipio de San Luis en la provincia de Santiago de Cuba, siente que la vida la ha premiado y con  modestia exhibe sus más preciados trofeos: cinco hijos y la participación destacada como machetera en 19 zafras azucareras.
    “He conquistado 16 veces  la condición de  Vanguardia Nacional,  soy una mujer feliz, mi familia comprende y  comparte  mi duro trabajo, y es cómplice de mis sueños, lo que me ha dado ánimo y fuerza para hacer lo que me gusta y hacerlo bien”.
   Lo dice con una alegría que contagia, que le brota por toda la piel, y una amplia sonrisa como si esa hazaña de años tras años fuera lo más natural del mundo,  y no hubiera demandado de ella tanta consagración y entereza.
   “En las labores de la agricultura comencé  en 1985, me dedicaba a la cosecha de hortalizas, desyerbe y regadío en áreas de un sitio histórico de mi tierra, donde se efectuó la Reunión de La Mejorana, el 5 de mayo de 1895,  y se encontraron José Martí, Máximo Gómez  y Antonio Maceo para decidir los planes de la Guerra.
  “Luego fue que di un importante paso en mi vida, me convertí  en machetera, pero no ha sido fácil”.
   Recuerda especialmente aquella zafra en que estaba parida y le llevaban a su hija al campo para darle el pecho, pues así no perdía tiempo en el corte;  y a su esposo, operador de combinada, quien al principio se mostraba terco, no quería que ella fuera machetera,  y ahora colabora y comparte con orgullo.
   “Me lo gané con mucho amor y cariño,  además del respeto que siempre ha existido entre nosotros”,  expresa satisfecha de su obra la sanluisera. 
   Hace unos meses, en marzo exactamente, Bárbara abandonó por unos días los campos de caña en la Cooperativa de Producción Agropecuaria Sabino Pupo por un honorable puesto en la delegación  santiaguera que asistió al IX Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC),  en La Habana.
   Un aplauso cerrado selló su presentación en la Asamblea Provincial de la organización femenina en Santiago de Cuba, cuando  se exaltó  su ejemplo de modestia y tenacidad, y hasta Teresa Amarelle, la máxima dirigente de la FMC en la nación, se conmovió ante la   historia escrita por esta mujer.
    “Como estoy en la primera línea de la producción, en el evento me sentí aludida y congratulada,  al hablarse de la necesidad  de que tuviéramos un protagonismo superior en el aporte al desarrollo y avance del país, mucho más en estos tiempos de actualización del modelo de la economía”.
   Con otros bríos llegó la sanluisera a su centro laboral, pertrechada de nuevas herramientas para ser puntal en la lucha por la eficiencia, y también a su comunidad, donde dirige la delegación de base de la FMC,  para transmitir las experiencias compartidas y las lecciones que aprendió.
  Tiene palabras de elogio para sus vecinas Arasís Santana, Noris González, Pura Román e Hilda Deysis Moya porque ha podido contar con ellas siempre, en las buenas y en las malas,  un día para hacerle el almuerzo, otro para cuidarle los hijos,  y otro a movilizar a las federadas  para  asumir  tareas diversas.
  Iomara Colombá Salazar, secretaria general de la FMC en San Luis, considera  que, como mujer negra y humilde, esta cubana ha aprovechado bien las oportunidades que le ha brindado la Revolución,  es ejemplo en el trabajo y en la vida, al ser la estampa de la laboriosidad, sin haber descuidado la forja de una linda familia.
     A Bárbara le viene como anillo al dedo una frase de José Martí, como escrita para ella: “El alimento natural de la mujer es lo extraordinario”.

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