viernes, 23 de junio de 2017

Martha: la historia es su vida



Aída Quintero Dip
  Un ambiente patriótico, de historia viva, rodeó desde la cuna a la santiaguera Martha Hernández Cobas, quien residía frente a la casa de los hermanos Marañón, mártires de la Revolución; su padre era miembro del Movimiento 26 de Julio y el abuelo del Partido Socialista Popular.
  Tal simiente resultó vital en su formación, su primera escuela que justifica la predilección por la carrera de Historia que cursó en la Universidad de Oriente, desde donde egresó en 1981 para convertirse en una reconocida profesional.
  Su hermana María Isabel se había graduado de esa especialidad en el pedagógico y ella quería seguirle los pasos, a pesar del deseo de su madre de que estudiara Medicina, rama que escogió la otra hermana, entonces la familia quedó complacida.
  Al morir su progenitor, siendo ella una niña, los domingos visitaban asiduamente el cementerio Santa Ifigenia a ponerle flores como expresión de respeto y cariño; y así comenzó Martha a venerar a José Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Mariana Grajales y otros tantos patriotas y héroes que atesora el camposanto.
  Cuando se estrena en la vida laboral no se vincula a la historia, la ubican en la Casa de la Cultura de Siboney, pero al reencontrarse con una colega de estudios,  esta le enseñó el camino para integrarse como especialista al equipo del museo del carnaval, que dirigía el destacado intelectual Joel James.
  “Llegué a ser directora de la institución y me entregué con ímpetu al fascinante mundo de la historia mediante diversos cursos de posgrado y de museología, que me dieron una formación tremenda para trabajar con el público, hasta que empecé a dirigir el Centro Provincial de Patrimonio.
   “Tuve la gran posibilidad de desempeñarme al lado de Arturo Duque de Estrada, quien presidía la Comisión provincial de Monumentos, un hombre sensible, amante de la misma historia que hizo con su coraje; fue el secretario de Frank País en tiempos de la lucha clandestina, y yo aprendí tanto de él que le agradecí siempre.
    “Otro nombre imprescindible en mi vida es Angélica Miyares Ruiz, quien me inculcó el rigor en la investigación histórica, preocupada por la superación constante, una forjadora de valores, de la ética, la conducta, el conocimiento y hasta del porte y aspecto”.
  A Martha la reconocen hoy como una apasionada amante de la historia Patria, que la domina al dedillo, con una capacidad innata de transmitir emoción cuando rememora o explica acerca de hechos y personajes que dieron gloria a la nación.
  “En mi condición de especialista de la Oficina del Conservador de la Ciudad soy una de las guías del cementerio Santa Ifigenia, un privilegio que me ha permitido atender a personalidades y delegaciones de alto nivel que van a rendir tributo a nuestros muertos amados.
   “Yo siento un amor muy grande por ese sitio sagrado, si nosotros no cuidamos a nuestros muertos, si no perpetuamos su legado, ¿quién lo va a hacer?”, se pregunta Martha convencida de la trascendencia de su labor.
  Hay momentos que la han marcado como 1995, centenario de la caída en combate de José Martí, cuando se hace la primera restauración capital del mausoleo que atesora sus restos; y la realización del nuevo guión museográfico y museológico del museo Emilio Bacardí, primero fundado en Cuba, tras varios años cerrado.
  Otros hechos que recuerda en sus 20 años de faena relacionada con el patrimonio funerario es la identificación de personas enterradas, de las cuales no había documentos por lo que hubo que buscar a forenses y familiares para colocarlas en sitios destacados, como es el caso del trovador y compositor prolífero Antonio Fernández Ortiz, Ñico Saquito.
  “Y cuando se estaba haciendo el Sendero de los trovadores y restauraban las tumbas de Pepe Sánchez, Ñico Saquito, Miguel Matamoros y Emiliano Blez tuve la posibilidad de intercambiar varias veces con el Comandante de la Revolución Juan Almeida, me impregnó su sensibilidad, preocupado por mejorar el cementerio, y la vida y condiciones de los trabajadores.
  “La última visita del Comandante en Jefe en 2006 la tengo grabada en mi corazón, lo acompañaba Ignacio Ramonet que preparaba su libro Cien horas con Fidel; nunca pensé que un día tendría el doloroso deber y privilegio de hablar del gran significado de su vida y de su obra desde el modesto monolito que guarda sus cenizas”, refiere la historiadora con emoción.
  Ella guarda con celo el testimonio más reciente: la visita de Rafael Correa, ex presidente de Ecuador, quien tras el homenaje a dos de los padres fundadores de la nación cubana: Martí y Fidel, quiso quedarse solo unos 15 minutos para que le explicara más detalles de ese altar de la Patria, de ese museo a cielo abierto.
  “El tiempo transcurrió y se convirtió en una hora, Correa quería saber más y más del sagrado lugar, estaba impresionado. Fue a la tumba de Frank, a la de Compay Segundo y me confesó que amaba los cementerios porque nació al lado del de Guayaquil, allí jugaba desde muchacho y después iba a rendir tributo a familiares y amigos”.
  Martha ha representado a Cuba en eventos de la red de cementerios patrimoniales latinoamericanos en Perú, Colombia y México, donde han cautivado sus exposiciones del camposanto santiaguero que con mucho orgullo ha defendido y divulgado más allá de las fronteras nacionales.

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