Aída Quintero Dip
Arquímedes Martínez Sauquet se siente soldado todavía, aún conserva el olor a pólvora en su cuerpo; la imagen de la selva espesa, los entrañables caminos recorridos en tiempos de guerra los tiene grabados en la memoria como para que perduren para siempre.
Este hombre de sencilla grandeza experimentó lo que pocos combatientes consiguieron: integrar la columna que abrió, bajo el mando de Ernesto Che Guevara, el camino de un proyecto estratégico en África negra, en aras de la liberación de tan preterida área geográfica. Este episodio constituye un viaje en su vida demasiado trascendente, como para olvidar detalle algún.
A los 36 años y cinco meses de ser protagonista de una de las misiones más peligrosas y audaces de los internacionalistas cubanos en África, Agan -su nombre de guerra- tuvo el testimonio de la confianza y aprecio que su jefe le profesaba su humilde persona.
Fue un hijo de Arquímedes quien lo descubrió, leyendo el libro El sueño africano del Che ¿Qué sucedió en la guerrilla congoleña?, escrito por William Gálvez. Exactamente en la página 312, el Guerrillero Heroico lo incluye en una lista que lo enaltece como hombre y como combatiente al servicio de las mejores causas.
"Quisiera dejar aquí los nombres de aquellos compañeros en los cuales siempre sentí que me podía apoyar, por sus condiciones personales, su fe en la revolución y la decisión de cumplir con su deber pasara lo que pasara ... Moja, Mbili, Pombo, Azi, Mafu Tunaini, Ishirini, Tiza, Alau, Aziri, Agan ...", escribía el Che.
Quizás hasta los propios compañeros de trabajo, sus vecinos y personas que lo ven caminar por las calles de la ciudad de Santiago de Cuba donde vive, no conozcan a fondo la historia de Arquímides, quien tuvo el honor de integrar la Columna # 1 que operó bajo las órdenes del carismático guerrillero cubano-argentino, en 1965, en la Cuenca del Río Congo, con un aporte valioso al poner la simiente para la independencia de muchas colonias africanas y la eliminación del apartheid.
En días de evocación de la época en que la columna se puso en marcha y protagonizó hazañas, predicando con el ejemplo y haciendo realidad las ideas de su jefe: "Y mis sueños no tendrán fronteras”, por la mente de Arquímedes desfilan episodios tras episodios, remarcando los momentos más significativos, a 47 años de aquella epopeya.
"Mi vida dio un giro de noventa grados cuando me transformé en pionero del internacionalismo cubano en África, con tres compañeros de armas Herminio Betancourt Rodríguez, Ramón Muñoz Caballero y Israel Reyes Zayas, quien cayó años después como integrante de la guerrilla en Bolivia junto al Che. En aquel momento, era miembro de una unidad de la famosa División 50 del Ejército Oriental, en los históricos Mangos de Baraguá, precisamente el escenario donde ocurrió la viril protesta del patriota Antonio Maceo contra el Pacto del Zanjón, el 15 de marzo 1878, durante la lucha por la independencia del colonialismo español.
"Como militar al fin -rememora-, acostumbrado a la compartimentación, partí sin conocer la misión que iba a cumplir. En la zona de Candelaria, en Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba, comenzaron los entrenamientos; me llamó la atención que todos éramos negros, después supe que eso tenía que ver con el destino de la tarea ordenada.
"Un día llegó el Comandante en Jefe Fidel Castro, quien conversó sobre varios temas e hizo prácticas de tiro con nosotros, con tremenda sencillez como si fuera un soldado más. Cuando volvió, a los pocos días, nos explicó sobre la misión, sin muchos detalles; recuerdo que al despedirse, solamente manifestó que tendríamos allá una buena dirección, un compañero con conocimientos y un gran dominio de la lucha."
¿Cómo fue el primer encuentro con el Che?
"José María Martínez Tamayo, que murió como guerrillero también en Bolivia, nos recibió y le dijo: “Tato llegó el grupo”. Ahí fue mi primer encuentro con el Che. Fue una grata sorpresa para mí que no lo conocía personalmente, pero lo admiraba por sus hazañas en la guerra, durante la lucha en nuestro país.
“Lo único que explicó era que la misión era difícil y requería mucho sacrificio. Siete meses de operaciones junto al Che, en circunstancias muy duras, me permitieron conocer a un hombre excepcional, por lo cual me enorgullezco, nunca pensé tener la oportunidad de compartir con él momentos de la lucha de otros pueblos, y cuanto más tiempo pasa, ese privilegio, se acrecienta, y pienso que bien valió la pena”.
¿Cuál fue su principal legado?
"Sus enseñanzas constantes, obraba como un verdadero maestro; desde el primer día recalcó que lo que ocurrió en El Congo fue expresión de la guerra de Cuba, que resultó un proceso mucho más rápido, tanto por la audaz dirección de Fidel como por el valor de los cubanos, circunstancias que hicieron más cercano el momento del triunfo.
“Para el Che, un revolucionario debía mantener una conducta intachable en todos los planos de la vida, y esa es una enseñanza que requiere multiplicarse entre los jóvenes de hoy.
“Lo que más me impactó fue que el compromiso con la lucha estaba por encima de todo, nunca aceptó lo mal hecho, era sumamente exigente; predicaba con el ejemplo, no pidió nunca a sus soldados lo que él no hiciera o estuviera dispuesto a hacer primero. Esa fue la lección que siempre nos dio.
"Todo cuanto aprendí de él trato de transmitirlo a mis hijos, a mi familia, a mi pueblo, porque siento la necesidad y tengo el compromiso de que su ejemplo perdure. Es mi modesta contribución ante la grandeza de haber compartido con un hombre que jamás renunció a la lucha, ni a la idea de la victoria", expresó finalmente este santiaguero que tuvo el privilegio de pelear junto al Che, en lejanas tierras africanas.