viernes, 12 de septiembre de 2014

Cuando priman los sueños por una noble causa




Miguel Maury Guerrero
   Soñar es algo muy hermoso. Especialmente porque cuando lo hacemos, todos evocamos situaciones, personas o hechos agradables. Cuando en el sueño prima lo negativo le decimos pesadilla.
   Soñar dormido es siempre un hecho involuntario, dependiente de nuestros sentidos, que entran en una suerte de vigilia, pero hacerlo despierto es propio de quienes gozan de un intenso mundo interior, personas con gran imaginación, los románticos.
   Cuando esa práctica alcanza a todo un colectivo y especialmente acerca de una meta muy deseada, el hecho es propio de personas de gran estatura moral, política y ética; los revolucionarios.
   No por mero azar en cierta ocasión el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, aseguró que sin un poco de sueños, no habría revolucionarios.
   Esa capacidad de soñar en colectivo fue el llamado que durante el recién concluido Décimo Coloquio Internacional  por la Libertad de Los Cinco, realizó a todos, de forma conmovedora, en el Palacio de Convenciones, Ailín Labañino, hija mayor de Ramón.
   Quiero imaginarme a mi padre, junto a mis otros cuatro tíos Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Fernando González y René González, aquí con nosotros, ya libres y sonrientes, agradeciéndoles su solidaridad, evocó Ailín y el milagro se produjo en la mente de alrededor de 300 personas presentes en el Palacio de Convenciones.
   El sueño se hizo más tangible cuando recordó que a su acto de graduación, como ingeniera informática, en el cual había prometido estar presente su padre, le llegó una carta en la que él mismo le afirmaba: “tal y como te prometí, aquí estoy”.
   Entonces me sentí feliz como ahora en este evento donde les puedo decir que mi padre está aquí como también mis cuatro tíos, es decir, Los Cinco, dijo.
   La convocatoria al sueño ya no fue necesaria y sólo resultó reforzada cuando Fernando González, uno de los antiterroristas ya excarcelado, al clausurar el evento, evocó un venidero coloquio “en el cual estén nuestros tres hermanos aún presos Gerardo, Ramón y Antonio; en el que estemos Los Cinco no para trazar estrategias de lucha por la liberación de ellos, sino sólo para agradecerles a ustedes su solidaridad”.
   Soñar tan siquiera que Antonio saldrá de prisión mucho antes de que expiren los tres años de encierro que le restan y su anciana madre Mirta le abrace, que Ramón saldrá de inmediato y no en el 2024, dentro de otros 14 años y que Gerardo no tendrá que morir en prisión, una posibilidad que ahora pende sobre él, resulta sencillamente magnífico.
   A éste, el irraciocinio del sistema legal norteamericano, le impuso extinguir dos vidas en la cárcel y por consiguiente morir dos veces, sólo para que luego, acaso su espectro, pase otros 15 años tras las rejas.
   Ante tales realidades, no queda otra cosa que soñar en que todo será muy diferente y que la razón y la justicia se impondrán para que cinco familias y con ellas un pueblo entero, sean felices con sus héroes en casa.
   Tal fue el sueño de todo un amplio colectivo formado por personas de todas las latitudes, en un local del Palacio de Convenciones, todos revolucionarios y, por tanto, dotados de la capacidad de soñar despiertos por una noble causa.  

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