Miguel José Maury Guerrero
Próximos a
cumplir 54 años de bregar, los Comités
de Defensa de la Revolución sobrepasaron ya, con creces, los objetivos para los
cuales fueron creados por el líder histórico de la Revolución, el Comandante en
Jefe Fidel Castro Ruz, en la noche del 28 de septiembre de 1960.
Nacida entre el
estampido de petardos terroristas que pretendían amedrentar al pueblo, esta organización de masas creció rápidamente
en número y en cometidos.
De la inicial meta
enfilada a proteger y vigilar en cada cuadra los intereses del pueblo, de las
familias, del naciente Estado, su vasta presencia en todos los rincones de la
nación devino gigantesco brazo de la Revolución también para disímiles tareas
de beneficio social y económico.
La campaña de
vacunación contra la poliomielitis, que en pocos años permitió erradicar ese
mal de la tierra cubana, fue una de las
primeras de las acciones desarrolladas con éxito, y de forma paralela, con el
acorralamiento y aniquilación de la contrarrevolución interna.
El apoyo al Primer
Censo de Población y Viviendas, en 1970, y en los posteriores; la batalla
contra el mosquito Aedes aegypti; el embellecimiento de las cuadras y con ellas
de las ciudades, y la construcción de los consultorios del médico de la
familia, han estado entre los quehaceres
de los Comités.
También la recogida
de materias primas y la labor de prevención del delito, principalmente entre
los jóvenes, son algunas de las necesarias encomiendas acometidas sin descanso,
durante los 54 años transcurridos y siempre coronadas por la victoria.
El trabajo
comunitario con las familias junto a la Federación de Mujeres Cubanas, y
especialmente las donaciones de sangre, que tanto han hecho a favor de la vida
en nuestro país, e incluso en otras regiones del mundo, resultan de las cosas
dignas de ser recordadas a las puertas de esta efeméride.
La sangre
recolectada a través de los donantes voluntarios, que sistemáticamente lo hacen
o de los ocasionales, ha permitido mantener a los bancos con la disponibilidad necesaria
de ese vital elemento, para hacer frente a las permanentes demandas de los
centros hospitalarios y en fin, salvar vidas.
Un loable esfuerzo
de influencia sobre los jóvenes desarrollado cuadra por cuadra durante todos
estos años, no puede ser soslayado.
Pero no olvidemos
que los innegables problemas ocasionados a Cuba por el bloqueo económico,
comercial y financiero que Estados Unidos ejerce sobre esta desde hace más de
cinco décadas, ha dispersado males colaterales imposibles de eludir.
Esa realidad, unida
a las afectaciones climáticas que lastran la agricultura cubana y a deficiencias
inherentes a nuestro accionar, ha ocasionado problemas de escaseces y penurias
que han conducido a un notable deterioro de algunos valores.
En momentos en que
el país reclama el imprescindible rescate de comportamientos, actitudes y
formas de hablar acordes con la sociedad que la Isla pretende, los CDR han
estado, como siempre, a mano para afrontar el combate contra las indisciplinas
sociales.
El quehacer
político por integrar a las nuevas generaciones a la labor comunitaria ha sido
el primer eslabón de una cadena de esfuerzos, y por ello los actos donde los
más jóvenes reciben su carné como
miembros de la organización devienen un momento singular.
La labor con los
más bisoños con problemas de conducta constituye otra arista del loable aporte
cederista en pos del rescate de estos ciudadanos.
A 54 años de
creados, los CDR continúan como el principal instrumento del proceso revolucionario
para su defensa en tareas estratégicas como las de enfrentar y corregir males
sociales y salvar vidas; todo un empeño que los convierte en permanente cantera
de humanismo.
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