Roger Aguilera
“ ¡Cuántas personas
han llegado a mi casa bien entrada
la noche para plantearme algo!
Con mucho gusto les abro la puerta e
invito a que se sienten. ¿Qué problemas
hay? Es una pregunta de oficio que siempre les hago.
“Entonces me han
hablado de preocupaciones que debieron
decir en la reunión de su circunscripción; pero obvio eso y empiezo a recepcionar sus criterios. Si son justos los tramito
hasta más no poder y si están errados les explico el porqué no proceden”.
Esa disposición
permanente, a cualquier hora y en cualquier lugar, de atender a sus electores,
es lo que ha hecho que Ramona Curbelo
haya sido electa delegada del Poder Popular durante 40 años en su natal Gastón, municipio
de Majibacoa, provincia de Las Tunas.
Son incontables
las anécdotas y momentos vividos por esta mujer
durante cuatro décadas, pero hay una que nunca olvida: el día que
Juan Marinello, la espirituana Lucía Perdigón y ella, presidieron la primera
constitución de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el dos de diciembre de
1976, en el teatro Carlos Marx.
La Perdigón y
Ramona eran las diputadas más jóvenes, con solo 19 años, y Juan Marinello, el
de mayor edad.
Ese día el Líder
de la Revolución Cubana, Fidel Castro, les pidió a ambas que ayudaran a Marinello a conducir la asamblea, porque este acababa de perder a
Pepilla, su esposa.
Posicionada
en la mesa de edades Ramona le dijo a
Marinello que alguien estaba pidiendo la palabra. “Yo no distinguía bien de quién se trataba, hasta
que se identificó: Blas Roca Calderío.
“Luego de la
primera jornada --recuerda--, los
diputados elegimos a la dirección del
primer Parlamento cubano: Blas Roca, como presidente; Raúl Roa, vicepresidente;
y José Arañaburo, secretario”.
Ramona no conocía
La Habana, provenía de una zona rural donde se desempeñaba en el área de recursos humanos de un distrito
cañero, aunque en una ocasión le dieron
la tarea de asumir la jefatura de una brigada de macheteros para que
incentivara la productividad del colectivo.
Ahora evidencia
una lógica transformación física, pero cuando
ríe y trata al prójimo es la Ramora de siempre, o Ramonita, como le
dicen sus compañeros y coterráneos.
“ Soy muy feliz
cuando en un camión o una carreta visito mis circunscripciones lejanas y
cuando se solucionan los planteamientos
de los electores”, dice Ramona, quien también es presidenta fundadora del
Consejo Popular de Gastón.
Pero confiesa
que su contagiosa sonrisa a veces ha
hecho mutis cuando no le transmiten
alguna preocupación, ya sea en la casa, en la calle o en cualquier lugar.
Entonces piensa: “¿Habrán perdido la confianza en mi?”.
Pero no es así, en el actual Segundo Proceso de Rendición de Cuenta de los
Delegados a sus Electores en el XVI Período de Mandato, fluyen los
planteamientos, unos se repiten, otros no.
“Aquí la gente no
pierde la esperanza de solucionar algo, quizás por que vive en un Gastón que no
es el mismo de antes; ya tiene fluido
eléctrico, escuelas primaria y de oficio, Secundaria Básica, centro
telefónico… Y sobre todo, confianza en
el futuro”.
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