Yainerys Avila Santos
De “pesito” en “pesito”, nadie sabe a ciencia cierta cuánto dinero gasta cada mes María en comprar cigarros; así, María a secas, que esto de que se conozcan sus vicios no la motiva mucho.
A los 15 años, cuando contrajo matrimonio con su primer esposo y el padre de sus dos hijos, ya esta mujer de la ciudad de Sancti Spíritus que hoy sobrepasa las seis décadas de vida, andaba “hacía un buen rato” con un cigarrillo entre sus dedos y, pese a que las promesas van y vienen, nunca lo ha abandonado.
Su mamá –que, por cierto, también se llama María- confesó a la ACN que minutos antes de dar a luz a su segundo niño, su hija solo le pedía encarecidamente un cigarro para consumirlo a escondidas de los médicos y desde entonces, sin importar los padecimientos respiratorios de su “pequeño”, él también ha fumado de forma pasiva.
María ha sido operada en dos ocasiones de diferentes dolencias: la última vez tuvieron que postergar varias veces su ingreso porque sus pulmones aún no estaban desinfectados; María tiene los dientes y las manos manchadas, su piel ha envejecido de forma acelerada y a ratos, se le escucha una tos persistente que, según ella, nada tiene que ver con su vicio.
Si a los “muchachos” y a mis nueras hasta les da el catarro más fuerte que a mí, esgrime cada vez que alguien intenta explicarle las consecuencias de una adicción que supuestamente ella no padece, puesto que a su juicio apenas son cinco, seis, siete… 10 cigarrillos diarios.
Se estima que el 24 por ciento de la población de Cuba fuma de manera activa, ¿será que acaso esas estadísticas contemplan, a su vez, al número creciente de adolescentes que lo hacen a escondidas de sus padres o por la curiosidad e irreverencia propias de la edad?
Este 31 de mayo, fecha en que la humanidad pide un voto de confianza para que los fumadores y el resto de sus habitantes puedan respirar un aire libre del humo generado por el tabaquismo, María ha obviado las múltiples promociones televisivas y radiales y hasta los reclamos de sus familiares.
Solamente en la mañana de este martes, María se ha llevado a la boca tres o cuatro cigarros, la cuenta –al final- la llevan sus hijos.
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