Mairyn Arteaga Díaz
Decir que la
medicina cubana lleva nombre de Finlay no es una afirmación banal, ni una frase
traída por los pelos para rellenar cuartillas: la medicina cubana tiene
entrañas de tantos otros, pero Finlay la ha marcado especialmente.
Y a la latinoamericana
también.
Su más reconocido
aporte yace en el descubrimiento del agente transmisor del virus de la fiebre
amarilla: el mosquito Aedes Aegypti, sin embargó realizó tempranos estudios
sobre el cólera y su propagación a través de aguas contaminadas.
Hoy en la Isla no
hay ni uno solo de sus preceptos que no posea vigencia abrumadora, ni un galeno
que no sienta que, de algún modo, su quehacer diario es herencia de aquel señor
nacido en Camagüey el tres de diciembre de 1833.
Se llamó Carlos J.
Finlay y si hoy América Latina toda dedica esta jornada a la medicina y sus
hacedores es, de la misma manera, en homenaje al eminente científico e
investigador.
En Villa Clara, los
hombres y mujeres de batas blancas, le guardan singular respeto y admiración; no
porque forme parte de saberes aprehendidos, que lo es, sino por insuflar, a 182
años de su llegada al mundo, materia viviente a una ciencia que a cada minuto
se transforma.
La doctora María de
Lourdes Sánchez es jefa de laboratorio en el Centro Provincial de Higiene y
Epidemiología, precisamente la rama del camagüeyano ilustre, y resume los
aportes del territorio en este ámbito.
Que en Villa Clara
se hayan creado 15 Centros Especializados en Pesquisas Activo Integral (CEPAI),
para el diagnóstico de enfermedades transmisibles y crónicas no transmisibles,
no constituye un mérito solo de la región, pero resulta motivo de orgullo para
los que desde aquí enaltecen a las ciencias médicas y su desarrollo.
Que estas entidades
permitan la detección precoz del cáncer de colon, de próstata o de
insuficiencias renales deviene, a todas luces, otra razón para distinguir a los
que a cada segundo se desviven por salvar a un ser humano.
Que los pacientes
accedan a estas tecnologías desde sus municipios de residencia, sin tener que
trasladarse a la cabecera provincial es, igualmente, un elemento que habla de
las buenas prácticas de esta esfera en la mayor de las Antillas.
Villa Clara se
incluye, junto a Santiago de Cuba, dentro de las zonas que próximamente instituirán,
desde sus territorios, el diagnóstico confirmatorio del Virus de
Inmunodeficiencia Humana VIH/SIDA, un procedimiento que antes solo se realizaba
en la capital.
Según María de
Lourdes desde aquí también se llevan a cabo pesquisas en la búsqueda del Virus
del Papiloma Humano, grupos de organismos que infectan la piel y membranas
mucosas y causan condilomas u otras infecciones, a veces cancerígenas.
Por eso y por logros
en ocasiones anónimos, el doctor Neil Reyes Miranda, jefe del departamento de
enfermedades transmisibles, afirma que si Cuba no se ha limitado solo a la
etapa curativa del paciente, sino que fomenta investigaciones en el campo de la
salud, es producto de las enseñanzas de Finlay.
Un nombre que para
él no se queda en la frialdad de un pasado lejano, ni en textos que lo
mencionan por ser elemento legitimador, todo lo contrario: el médico encierra
un universo de verdades que hasta hoy, resultan irrefutables.
Y no solo para Cuba.
En
Latinoamérica, también la medicina va con F de Finlay.
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