miércoles, 16 de noviembre de 2011

Por Cinco hombres de alma robusta

AÍDA QUINTERO DIP

La vida de los Cinco antiterroristas cubanos está signada por el heroísmo, sin dejar a un lado la esperanza y la ternura que anima sus corazones en los que cada día la nobleza crece, tras ese amor supremo por la Patria capaz de suscitar las proezas más inverosímiles.
Imposible es guardar silencio ante la  injusticia contra esos jóvenes, declarados culpables en fraudulento y cínico proceso  por cumplir el sagrado  deber de prevenir a su pueblo de la muerte; imposible la indiferencia ante tanta hidalguía.
Al mirar a las esposas, madres e hijos de René, Ramón, Antonio, Gerardo y Fernando y comprobar la firme esperanza que sienten de reencontrarse más temprano que tarde, recordé los versos de Neruda: Será dura la lucha/ la vida será dura/ pero vendrás conmigo.
Cronista excepcional del proceso, se convirtió René con su diario, al revelar al pueblo de Cuba los pormenores del juicio, y de todo el odio político de los fiscales hacia ellos mediante las condiciones de confinamiento, la manipulación de las evidencias y hasta el uso y abuso de la propia familia para chantajearlos.
Entre ellos hay un poeta de honda sensibilidad y lirismo, Antonio,  que escribió en situaciones difíciles su libro Desde mi altura. De esa cosecha es Regresaré, toda una profecía, un himno de combate.
Gerardo es un caricaturista de fino humor, cultura y juicios críticos en sus obras, y guarda con celo en la celda fotos de Ernesto Che Guevara y Nelson Mandela. Atesora,  igualmente, un verso de José Martí, enviado por su esposa Adriana, que lo tiene de estrella y almohada: “Para los fieles, vengan tarde o temprano, guarda Cuba  todo su amor. Para los incapaces de amarla y servirla, basta con el olvido”.
Con elevada sensibilidad, disfrutan escuchando las canciones del cantautor Silvio Rodríguez, y han hecho de  El dulce abismo y El necio, himnos de amor  y de combate, por exaltar la fidelidad y el optimismo del que ellos son vivos ejemplos.
Sus poemas, diarios, cartas llenas de amor, caricaturas, nacidos  durante el cruel cautiverio, resultan un arma letal para quienes no conocen de la honra y el decoro.
Ante la cruel injusticia que se cierne sobre ellos, sin precedente en la historia,  respondieron en su momento con alegatos como Walt Whitman en Canto a mí mismo: “Ahora,  en ese punto, me yergo con mi alma robusta”.
Por estos hombres de amor y fe en el mejoramiento humano, capaces de sacrificar su propia felicidad por la de los demás, la ciudad de  Holguín se ha convertido desde hoy y hasta el 20 de noviembre en capital de la solidaridad, donde  más de 300 amigos de unos 50 países exigen el regreso a casa de René, Gerardo, Fernando, Ramón y Antonio.

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