Mayté García
Tintoré
Mucho me hablaba mi amigo Jorge de ella, de
sus caprichos y coqueterías, de los retos y sinsabores que ha tenido que vencer
para enfrentar un padecimiento congénito que ha marcado sus días.
De tanto escuchar sus cuentos Lidia era
familiar para muchos colegas del periódico Sierra Maestra, ella colecciona los
recortes de Cámara en la Calle, porque Guibert, o Jorge, como suele llamarle,
es su vecino querido y quien logra con el lente sacarle una sonrisa.
El pasado 27 de noviembre cumplió sus quince
primaveras y, por supuesto, el dulce y la buena música no faltaron en el hogar
del S -37 apartamentos 4, del centro urbano José Martí, en la ciudad de
Santiago de Cuba.
Lidia María Sánchez Cuevas se nombra esta
niña convertida en adolescente que inspira mi historia, justo cuando algunos “abogados
de calle” se empeñan en desacreditar la obra inmensa que se llama Revolución
cubana, pero que también es muy humana.
Síndrome de Down, cardiópata, hipertensa y
asmática, es Lidia; más tantas y tan complejas patologías no han impedido que
ella se inserte a la sociedad, no está excluida ni mucho menos recluida en su
domicilio, en verdad no tiene una vida normal, pero este país y sus bondades y
gratuidades le han ofrecido todo el bienestar y la atención que precisa.
Los trabajadores sociales la frecuentan,
entregaron un frío, colchón y TV nuevos para optimizar sus condiciones de vida,
desde hace nueve años es pensionada y le asignan paños desechables y aseo por
la incontinencia.
También la enfermera es asidua visitante y no
es para menos, pues más de 30 ingresos, marcan la asistencia médica
personalizada; que por suerte para Arelis, su madre, solo cuesta dar las
gracias, si así lo desea.
Puede que usted conozca casos semejantes, mas
no las interioridades de cuánto el Estado cubano hace por elevar la calidad de
vida de estos pacientes.
La niña de mi historia
cursa el sexto grado, no puede asistir a clases pero tiene una maestra
ambulatoria, de la escuela especial Alberto Fernández Montes de Oca, que atiende
a niños con retraso mental moderado y grave.
Noraida Hechavarría Hechavarría, su maestra,
visita a Lidia dos veces por semana, alternando con los especialistas en
música, plástica, educación física y computación, para aprender esta última, la
seño la lleva al joven club más cercano.
Qué le enseñan a Lidia -su profe enseguida
respondió a mis dudas- lengua española, matemática y terapia ocupacional,
recibe todos los recursos y medios de enseñanza, pero su aprendizaje depende
del estado emocional y físico de cada
jornada; hay días que permanece contenta y otros triste, está diagnosticada con
retraso mental grave y esto hace la labor más engorrosa, aseveró Noraida.
Lidia también tiene un mural colgado en la
pared, donde no solo coloca las efemérides e imágenes de héroes y mártires de
la Patria, tiene además colgada una foto de los Cinco, pues ella quiere que
regresen a Cuba, Ramón, Gerardo y
Antonio; por supuesto, en su mural no falta un rasgado del periódico Sierra
Maestra, porque ella, aunque no nos puede leer con claridad, nos sigue y nos
quiere.
Hoy 10 de diciembre, viene Lidia a mente,
quizás ella no sepa que posee, a pesar de sus pesares, una gran fortuna, haber
nacido en Cuba,
nación que tiene como máxima preservar el más humano de todos los derechos: la
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario