viernes, 12 de diciembre de 2014

Derechos Humanos: Lidia es también afortunada



  Mayté García Tintoré
  Mucho me hablaba mi amigo Jorge de ella, de sus caprichos y coqueterías, de los retos y sinsabores que ha tenido que vencer para enfrentar un padecimiento congénito que ha marcado sus días.
  De tanto escuchar sus cuentos Lidia era familiar para muchos colegas del periódico Sierra Maestra, ella colecciona los recortes de Cámara en la Calle, porque Guibert, o Jorge, como suele llamarle, es su vecino querido y quien logra con el lente sacarle una sonrisa.
  El pasado 27 de noviembre cumplió sus quince primaveras y, por supuesto, el dulce y la buena música no faltaron en el hogar del S -37 apartamentos 4, del centro urbano José Martí, en la ciudad de Santiago de Cuba.
  Lidia María Sánchez Cuevas se nombra esta niña convertida en adolescente que inspira mi historia, justo cuando algunos “abogados de calle” se empeñan en desacreditar la obra inmensa que se llama Revolución cubana, pero que también es muy humana.
  Síndrome de Down, cardiópata, hipertensa y asmática, es Lidia; más tantas y tan complejas patologías no han impedido que ella se inserte a la sociedad, no está excluida ni mucho menos recluida en su domicilio, en verdad no tiene una vida normal, pero este país y sus bondades y gratuidades le han ofrecido todo el bienestar y la atención que precisa.
  Los trabajadores sociales la frecuentan, entregaron un frío, colchón y TV nuevos para optimizar sus condiciones de vida, desde hace nueve años es pensionada y le asignan paños desechables y aseo por la incontinencia.
  También la enfermera es asidua visitante y no es para menos, pues más de 30 ingresos, marcan la asistencia médica personalizada; que por suerte para Arelis, su madre, solo cuesta dar las gracias, si así lo desea.
  Puede que usted conozca casos semejantes, mas no las interioridades de cuánto el Estado cubano hace por elevar la calidad de vida de estos pacientes.
  La niña de mi historia cursa el sexto grado, no puede asistir a clases pero tiene una maestra ambulatoria, de la escuela especial Alberto Fernández Montes de Oca, que atiende a niños con retraso mental moderado y grave.
  Noraida Hechavarría Hechavarría, su maestra, visita a Lidia dos veces por semana, alternando con los especialistas en música, plástica, educación física y computación, para aprender esta última, la seño la lleva al joven club más cercano.
  Qué le enseñan a Lidia -su profe enseguida respondió a mis dudas- lengua española, matemática y terapia ocupacional, recibe todos los recursos y medios de enseñanza, pero su aprendizaje depende del estado emocional y  físico de cada jornada; hay días que permanece contenta y otros triste, está diagnosticada con retraso mental grave y esto hace la labor más engorrosa,  aseveró Noraida.
  Lidia también tiene un mural colgado en la pared, donde no solo coloca las efemérides e imágenes de héroes y mártires de la Patria, tiene además colgada una foto de los Cinco, pues ella quiere que regresen a Cuba,  Ramón, Gerardo y Antonio; por supuesto, en su mural no falta un rasgado del periódico Sierra Maestra, porque ella, aunque no nos puede leer con claridad, nos sigue y nos quiere.
  Hoy 10 de diciembre, viene Lidia a mente, quizás ella no sepa que posee, a pesar de sus pesares, una gran fortuna, haber nacido en Cuba, nación que tiene como máxima preservar el más humano de todos los derechos: la vida.



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