Miguel José Maury Guerrero
Toda obra humana
es perfectible, algo que nadie discute, en tanto todo aquello que el hombre
hace tendrá logros y defectos, por lo cual de acuerdo con sus resultados se
considerará positiva o negativa, exitosa o deficiente.
También, en
correspondencia con la subjetividad, cada empeño del hombre tendrá diversas
miradas, posiciones e intereses de las personas, críticos o alabadores; amigos
o enemigos.
Es lo que hoy
acontece con la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado
de Comercio de los Pueblos, (ALBA-TCP), el mecanismo que este 14 de
diciembre cumplirá 10 años de
existencia.
Creado en 2004
por los presidentes Fidel Castro, de Cuba, y Hugo Chávez, de Venezuela, y
concretado en La Habana un poco más tarde, el proyecto, que inicialmente se
llamó Alternativa Bolivariana para las Américas, llega a su aniversario con
muchas opiniones de alabanza y millones de latinoamericanos agradecidos por los
beneficios que recibieron a partir de su fundación.
Pero no faltan
los detractores ni los enemigos que dudan de sus logros e impactos.
Analistas de
varios confines, académicos y medios de prensa están divididos en sus opiniones
en cuanto al alcance y valía del ALBA-TCP.
Luego de
silenciar convenientemente sus éxitos en lo social y político, sus detractores
consideran deficiente el desempeño económico de este mecanismo integracionista
que exhibe innegables beneficios para
millones de personas.
La pobreza
constituye el arma de destrucción masiva más poderosa que existe en el mundo,
dijo en septiembre de 2004 el entonces presidente brasileño Luiz Inácio Lula da
Silva, ante la 59 Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El ALBA-TCP desde su fundación reconoce que esa
miseria representa un flagelo que afecta a millones de seres en el mundo e
impide a regiones enteras alcanzar las condiciones elementales para una vida
digna; representa un freno para el desarrollo de las naciones, y es una de las
mayores causas de desestabilización, al negar derechos humanos elementales como
salud, alimentación, educación y vivienda.
Organismos
internacionales como la CEPAL, la ONU y el Banco Mundial, entre otros, reconocieron que el ALBA-TCP, haciendo honor
a sus postulados, ha sido exitoso en el combate a la pobreza.
Por ejemplo,
Bolivia en 2006 y Nicaragua en 2007, lograron rebajar ese indicador en un 20
por ciento.
Esas naciones
tenían un rango de pobreza del 60 al 70 por ciento y actualmente exhiben
índices del 40 al 50 por ciento, dijo a la AIN el doctor José Ángel Pérez,
especialista del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM).
De la pobreza se
han sacado a 10 millones de personas en las naciones del ALBA-TCP; todo esto en 10 años y en medio de la crisis
más aguda que ha sacudido al capitalismo a nivel internacional en todos los
tiempos, precisó el experto.
Según datos de
organismos internacionales, las naciones integrantes del ALBA-TCP disminuyeron
la pobreza extrema de manera significativa en solo unos cinco años, otro
indicador muy significativo.
Venezuela redujo
la iniquidad considerablemente, pues cuando Chávez llegó al poder el llamado
índice “gini” de ese país suramericano era del 0.50 y actualmente lo tiene en
el 0.37.
En todos estos
casos, amén de políticas y medidas nacionales, los resultados se los deben a
los proyectos de colaboración y complementariedad del ALBA-TCP.
El Producto
Interno Bruto de sus naciones miembros, en su conjunto, pasó de 364,5 millones
de dólares en 2005, cuando entró en vigor el mecanismo, a 479,9 millones de dólares en 2012, algo
que, en términos económicos, resulta muy alentador.
Los indicadores y
resultados tangibles, que en lo social demuestran el éxito del ALBA-TCP en
estos 10 años, son muchos pero lo verdaderamente significativo del proyecto
reside en la nobleza que inspiró a los presidentes Fidel y Chávez para crearlo.
Según rememoró en
cierta ocasión el mandatario suramericano, fue un hermoso amanecer de Isla
Margarita, en Venezuela, en ocasión de la III Cumbre de Jefes de Estado y
Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, en 2001, que iluminó e inspiró
a ambos líderes y consolidó en ellos la idea de crear el ALBA.
Más allá de lo
que entonces significaban las siglas de su nombre, dirigidas a contraponerlo al
tenebroso ALCA que propugnaba el presidente norteamericano George W. Bush,
encaminado al sojuzgamiento del continente, el ALBA nacía con una esencia
humanista como ningún otro intento integracionista anterior de la región.
No hay comentarios:
Publicar un comentario