ANOLVIS
CUZCÓ TARRADELL
Ado Sanz
Milá, nació el 13 de abril de 1966 en Santiago de Cuba, tierra a la que amó con
locura. Estudió Telecomunicaciones, en la sede Mella de la Universidad de
Oriente, pero su verbo sagaz lo condujo hacia el camino de la locución.
Llora hoy tu
pueblo santiaguero, y lo hacen también en varias partes de Cuba y del mundo,
porque tu generosidad y carisma multiplicaban amigos.
Desde la
noche de este 14 de abril, un día después de tu cumpleaños 49, se han mojado
incontables pupilas con esta despedida tuya: repentina, noctámbula e impensable
para quien mostraba tanta energía.
Dejas en el
Facebook 2 796 amigos; un millón, afuera, en las calles de tu Santiago que
tanto te vieron desandar con el saludo de un mortal común.
Un infarto agudo
de miocardio, te reventó tu corazón inmenso, donde había poesía y
sensibilidad. Era una tarde de mayo de 2014, cuando al conocer juntos de la
muerte de Luis Carbonell, el Acuarelista de la Poesía Antillana, me dijo serio:
“No hay que llorar la muerte; es mejor celebrar que existimos”… Así de práctica
era tu filosofía de existencia.
Sería
imperdonable olvidar que le cantaste a la vida, que bromeabas como un niño
nuevo y que pecabas de ingenuo ante lo increíble. Hay razones para sentirse
quebrantados por la angustia y la tristeza: Ado escribía con letras
inteligentes, inquietas y sensibles como su personalidad. Se abría vías hacia
lo infinito; y parecía que amaba a todos sus compañeros de trabajo sin especial
distinción. Transitar su luto cuesta. Es difícil asimilarlo. Ado Sanz deja 2
hijos, una esposa, y un mar de misterios y leyendas. La Revista Santiago,
pierde a su conductor más jovial; el espacio Tridimensional de la Emisora CMKC,
a su genio; En Línea Contigo, a un hombre que aplomó su respeto hacia las
autoridades de la provincia.
Cada gesto
tuyo ha quedado grabado en nuestra memoria. Aquí nos dejas a un Ado atrevido,
locuaz, de alma afectiva y apasionada, elegante al vestir, y alegre
siempre. Sólo en la agonía de pensar que Ado Sanz se ha ido de la vida
terrenal, se comprende cuán profundo será el vacío en la pequeña pantalla.
Fue maestro
de la improvisación y forjador de talentos, concibiendo a la radio más joven.
Donde llegaba no había silencio. Ni en Radio Revolución ni en la Tele ni en la
calle. Si fuiste exuberante al hablar, extraviando el sentido lineal de una
entrevista; si con una metáfora salvaste minutos vanos de televisión, y con
ella mudaste el idioma de la comunicación directa, fue porque nunca tu
personalidad intelectual usó maquillajes.
Quien fragua
un estilo propio de voz radial, gana detractores y seguidores. Pero tú ganaste
más de los últimos. Los recuerdos tuyos construyen un camino hasta el corazón
de la gente. Logran que te sientan cerca, aunque en realidad ya estás muy
lejos.
Un millón de
palabras no pueden hacerte volver a un set de televisión o a la cabina de tu
emisora radial; pero el mejor público siempre hablará de tu presencia. Ve
tranquilo, amigo, locutor, guionista, educador, director de programas de radio
y televisión, hombre de luz propia. Tu vida consagrada nos honra.
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