Aída Quintero Dip
El corazón de Santiago de Cuba estalló de
una alegría indescriptible, cuando sintió en suelo indómito al Héroe de la
República de Cuba Antonio Guerrero Rodríguez, quien había retornado a la Patria
el 17 de diciembre de 2014 junto a Gerardo Hernández Nordelo y Ramón Labañino Salazar, y recibió como mejor regalo, según confesó,
el cariño de un pueblo que siente por él una estimación muy especial.
El abrazo al compatriota que llegó después
de cumplir una altruista misión que lo separó por casi 25 años de esta heroica
tierra oriental, se extendió de casa en casa, de barrio en barrio, pues a cada
paso hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos lo aguardaban para mostrar el
afecto merecido a un hombre capaz de sacrificar 16 años de su vida por la felicidad de los demás.
Toda la energía de la denuncia ante la
ignominia cometida contra los Cinco y el clamor de justicia que vibró de punta
a punta en el Verde Caimán, se convirtió
como por arte de magia y amor en una fiesta de cariño, al tener frente a frente
a Tony con sus anécdotas, su nostalgia y su estoicismo ante la mirada tierna de
su madre Mirtha, la patriota cual Mariana Grajales que luchó denodadamente por
el regreso del hijo y sus cuatro hermanos.
Su corazón también palpitó al compás de
quienes lo vitoreaban, fundamentalmente en dos sitios de la legendaria ciudad
de gran significación en la vida del Héroe: el aeropuerto internacional Antonio
Maceo y la Universidad de Oriente, donde hay raíces profundas del cubano que un
día lo dejó todo y se marchó a
geografías lejanas a proteger a su
pueblo y a otros pueblos de acciones terroristas.
Con sus colegas en el aeródromo tuvo una
feliz celebración. Quien fuera su
secretaria en esos años de labor, Marieta Milá, no podía ocultar su emoción, al
vivir un momento muy anhelado por ella y sus compañeros, mientras Luis Manuel
Copa, director de la instalación durante la entrada allí de Tony, ponderó su
sencillez y entrega al trabajo.
En el intercambio en el centro de Educación
Superior, donde impartió la asignatura de Aeropuerto, en el curso 1989-1990,
reafirmó que los jóvenes son el futuro de la Patria y que al volver después de más de dos décadas
a ese centro, sigue confiando en los valores de la juventud, en sus ideas, como
ejemplo de las transformaciones sociales y de la Revolución.
Agradeció el otorgamiento en octubre de 2012
del título de Doctor Honoris Causa en Ciencias Técnicas, y confesó ante
profesores y estudiantes que la Universidad de Oriente dejó una huella imborrable en su formación
vocacional, humana y revolucionaria.
Pero el primer contacto con la ciudad del
Moncada, fue el homenaje al Héroe Nacional, José Martí, ante el mausoleo que
atesora sus restos en el cementerio Santa Ifigenia, expresión del respeto hacia
uno de los grandes patriotas cubanos que más inspiró a él y a Gerardo, Ramón,
René y Fernando a resistir y no claudicar ante las presiones del imperio
durante el amañado proceso y los duros años de injusta prisión.
Y ese mismo día 7 de abril, cuando Antonio
Guerrero llegó a Santiago de Cuba también tributó honores a la Heroína Vilma
Espín Guillois, en el aniversario 85 de su natalicio, ofrendando flores ante la piedra que guarda sus cenizas en el
mausoleo a los héroes y mártires del II Frente Oriental Frank País.
Tony se presentó ante los ojos de los
santiagueros como mismo lo habían imaginado: cordial, conversador, afectivo,
profundo, ardiente, amoroso, con aquella singular sonrisa con la que saludaba
al mundo desde los carteles durante 16 años de combate por su libertad. No hubo
un beso, un abrazo, o una foto compartida que él no accediera con modestia, lo
que lo hizo más grande todavía y creció el orgullo de tenerlo cerca.
Recordó el abrazo de Fidel, artífice
principal de la batalla por los Cinco, el más feliz del mundo también con su
regreso, el visionario, el que nunca se equivoca, que insufló esperanza y
optimismo hasta en los días más difíciles del proceso contra ellos, que desde
2001 prometió a este pueblo que volverían y así ha sido.
Y en su Santiago, el hombre de elevada
sensibilidad que hizo de la poesía su principal arma de combate, se reunió con
periodistas, escritores, artistas y los grupos de solidaridad que pelearon duro
para que se hiciera justicia; y además
compartió escenario con ese fabuloso grupo infantil La Colmenita y con los
delegados a la Asamblea Provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas.
Fue un diálogo
inmenso del Héroe con el pueblo santiaguero, en colectivos laborales,
estudiantiles, en parques y calles. Intercambió con autoridades del Partido y
el Gobierno, con miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el
Ministerio del Interior y se llevó muestras del amor y la perseverancia con que
cada uno de los habitantes de esta tierra luchó por la liberación y regreso a
la Patria de los Cinco.
Él no ocultó
su orgullo de sentir el palpitar de esta tierra legendaria y querida de
Cuba, del escenario de tanta historia y rebeldía, de la hombrada del asalto al
Moncada y del glorioso Primero de Enero, con Fidel y los barbudos llenando la
geografía cubana del rico sabor de la libertad.
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