lunes, 27 de abril de 2015

El eterno Capitán San Luis



  Lisandra Romeo Matos
  Irónico partir hacia la “otra vida” 48 horas antes de celebrar el cumpleaños. Más irónico si se está en plena juventud, con muchas experiencias por vivir y con tanto que aportar a la causa en la cual se cree.
   Faltando solamente dos días para cumplir los 27 años de edad, el 25 de abril de 1967 en tierras bolivianas, cae en desigual combate, en una finca llamada El Mesón, Eliseo Reyes, más conocido por los cubanos como el Capitán San Luis.
   Este 27 de abril cumpliría 75 años ese pequeño gigante, quien tomó el seudónimo de Rolando en la guerrilla que lo llevó a defender aquel país latinoamericano, bajo las órdenes del Comandante Ernesto Guevara.
   Había caído el mejor hombre de la guerrilla, como lo calificara el Che, caracterizado por ser escueto a la hora de elogiar a alguien, pero quien sintió la partida del entrañable compañero.

La mirada de un hijo que creció sin su papá
   Con la convicción de que volvería de aquella misión en Bolivia se despidió Eliseo de su esposa y los tres hijos aún pequeños; el menor de ellos, René, no llegaba a un año de vida.
   Las historias que hoy cuenta de su padre las heredó de su madre, como la de cuando se conocieron en la fortaleza de La Cabaña por la osadía de Nelia, quien fue hasta allí para ver al admirable joven que había bajado de la Sierra Maestra con tantas hazañas, según había publicado un número de la revista Bohemia de aquella época.
   Mamá nos dice que aunque se tenía que mantener alejado de casa cumpliendo las diferentes misiones siempre se preocupó por nosotros y buscaba la forma de hacerle llegar mensajes a través de sus compañeros, cuenta el hoy teniente coronel del Ministerio del Interior, René Reyes, decidido a involucrarse en la vida militar para mantener el legado de su papá.
   También de los amigos supo de la humildad del Capitán San Luis; “quienes de alguna forma u otra trabajaron con él siempre nos expresan la admiración que, incluso después de tantos años conservan por él, por su forma de ser, su sencillez”.
   Muchas anécdotas dan cuenta del humanismo que también lo caracterizó, como cuando llegó a un pueblecito pesquero de Pinar del Río, en los primeros años de la Revolución; allí vio a uno de sus compañeros descalzo, le preguntó por qué no tenía botas y casi sin esperar respuesta se quitó las suyas y se las ofreció, sin más.
   Son esas historias, quizá, las que hacen sentir a René orgulloso de haber sido descendiente de Eliseo. Sin pensarlo dos veces afirma que si volviera a nacer escogería al mismo padre porque, aunque es duro no contar con la figura paterna en etapas importantes de la vida, lo que él representó para muchos basta para crecer con dignidad.

Alguien que sabía escuchar a los demás
   Los que conocieron a Eliseo no olvidan la frágil apariencia de su cuerpo, al punto de rozar con lo endeble, pero con una agilidad y bravura tales que lo llevaron a encabezar hazañas extraordinarias en los combates en plena Sierra Maestra, al punto de alcanzar el grado de Capitán. 
   El coronel (R) José Sosa Díaz tuvo el honor de compartir experiencias con aquel hijo del oriental municipio de San Luis, a quien respetó no sólo por la capacidad que mostró en cada una de las misiones que dirigió como delegado del Ministerio del Interior en Pinar del Río.
  Tenía mayor edad que él en ese entonces -recuerda-; sin embargo, lo respetábamos como si hubiera tenido 40 años porque era muy maduro, escuchaba mucho a las personas, algo que no estaba muy de moda en aquellos tiempos, ni ahora.
   No tiene que esforzar mucho la memoria para comentarnos sobre las cualidades físicas de Eliseo; “con algo más de 22 años era delgado, pequeño, con porte de muchachito, pero tomaba acertadas decisiones y tenía una capacidad inigualable para unir a las personas no sólo del MININT, sino de otros factores políticos y organizaciones de masas”; “sin dar ninguna reunión, nos unió”, sentencia este veterano.
   De ahí que, al enterarse en La Habana de su caída en combate, Sosa sintiera como un “dolor en el alma”, una pérdida irreparable, porque “más que compañeros, éramos amigos”.

  Capitán San Luis multiplicado
   El Instituto Superior del MININIT, que lleva el nombre de Eliseo Reyes, es un sembradero de jóvenes que siguen sus pasos, y no solo porque desde el primer año estudian la vida y accionar del Capitán San Luis.
   Más allá de los planes académicos surge una especie de intranquilidad por saber más de él, como asegura la alumna de tercer año Annelysses Lima.
   Asevera que en los trabajos investigativos siempre se busca algo más que contar sobre este héroe; “logramos saber hasta que Eliseo Reyes se paraba de una forma muy peculiar, con una pose muy humilde y que hasta se parecía físicamente a los jóvenes actuales que somos tan delgados y pequeños”.
   Mis compañeros de aula siempre llevan sus comentarios de clase al ejemplo personal del Capitán San Luis, comenta Annelysse, como si tuviera la certeza de que este se multiplicase en las miles de caras jóvenes que atraviesan cada día los pasillos de esa emblemática escuela.

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