Aída Quintero Dip
La heroica tierra
de Santiago de Cuba tiene una magia que hechiza más allá de sus ricos valores
históricos, patrimoniales, culturales y naturales.
Los pobladores
desprenden un ardor peculiar, una gracia sin par para el baile y la música que
se pone de relieve en su más alto grado cuando se celebra el Festival del
Caribe o Fiesta del Fuego, o si toca la corneta china anunciando que es hora
del Carnaval.
En su fiesta
emblemática con fama nacional, en sus orígenes del siglo XVII y todo el siglo
XVIII predominó la música española, luego la guitarra fue sustituida por el
tambor africano a finales del XVIII y primera mitad del XIX hasta nuestros
días.
Esa simbiosis de
percusión y ritmos, con la conga como elemento emblemático, que le insufló vida
a los festejos se recoge en el Museo del Carnaval, único de su tipo en la
nación que cumple con esmero la función de resguardar tan valioso patrimonio.
Una vieja casona
colonial, en la céntrica calle Heredia de la urbe suroriental, es el sitio
donde converge la historia de una de tradiciones populares más enraizadas en el
pueblo, que consiste en comparsas, congas, carrozas, bailes y corneta china que
hacen mover los pies y hasta los techos de las viviendas.
Desde 1981 el
inmueble sirve a la comisión del Carnaval, encargada entre otras tareas, de la organización de las autóctonas fiestas.
Dos años más tarde
se concretó la ejecución de un museo que muestre la evolución de esta
manifestación a través de secuencias fotográficas con textos explicativos,
cronologías, objetos e instrumentos musicales utilizados en su realización.
La institución,
remodelada con motivo del medio milenio de la villa, el 25 de julio
venidero, muestra las tres etapas más
importantes del Carnaval santiaguero, en la Colonia, en la República
Mediatizada y después del triunfo de la Revolución, el primero de enero de
1959.
Quien recorre sus
salas podrá apreciar la historia del Rumbón Mayor, como suele nombrarse, que
tuvo origen en las procesiones religiosas del 25 de julio, dedicadas a Santiago
Apóstol, además de importantes objetos que constituyen elementos de esta
tradición como maquetas de carrozas, trofeos, pendones, vestuarios, capas y
adornos de calle.
Además, la
instalación dispone de un área consagrada a los instrumentos musicales de las
agrupaciones más significativas en esas fiestas: cabildo carabalí, tumba
francesa y conga santiaguera, y con un patio donde se dan cita los más
conocidos grupos folclóricos que recrean sus bailes tradicionales.
Julio es un mes peculiar para los nacidos en este pedazo
del archipiélago, les esperan días de homenaje, de fiesta, de calles repletas
de canto y de folclor; de gente
expresando toda la alegría que alberga en el corazón y la fuerza que le viene
de sus ancestros.
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