jueves, 9 de julio de 2015

Santiago 500: El Museo del Carnaval atesora una fortuna



Aída Quintero Dip
   La heroica tierra de Santiago de Cuba tiene una magia que hechiza más allá de sus ricos valores históricos, patrimoniales, culturales y naturales.
   Los pobladores desprenden un ardor peculiar, una gracia sin par para el baile y la música que se pone de relieve en su más alto grado cuando se celebra el Festival del Caribe o Fiesta del Fuego, o si toca la corneta china anunciando que es hora del Carnaval.
   En su fiesta emblemática con fama nacional, en sus orígenes del siglo XVII y todo el siglo XVIII predominó la música española, luego la guitarra fue sustituida por el tambor africano a finales del XVIII y primera mitad del XIX hasta nuestros días.
   Esa simbiosis de percusión y ritmos, con la conga como elemento emblemático, que le insufló vida a los festejos se recoge en el Museo del Carnaval, único de su tipo en la nación que cumple con esmero la función de resguardar tan valioso patrimonio.
   Una vieja casona colonial, en la céntrica calle Heredia de la urbe suroriental, es el sitio donde converge la historia de una de tradiciones populares más enraizadas en el pueblo, que consiste en comparsas, congas, carrozas, bailes y corneta china que hacen mover los pies y hasta los techos de las viviendas.
   Desde 1981 el inmueble sirve a la comisión del Carnaval, encargada entre otras tareas,  de la organización de las autóctonas fiestas.
   Dos años más tarde se concretó la ejecución de un museo que muestre la evolución de esta manifestación a través de secuencias fotográficas con textos explicativos, cronologías, objetos e instrumentos musicales utilizados en su realización.
   La institución, remodelada con motivo del medio milenio de la villa, el 25 de julio venidero,  muestra las tres etapas más importantes del Carnaval santiaguero, en la Colonia, en la República Mediatizada y después del triunfo de la Revolución, el primero de enero de 1959.
   Quien recorre sus salas podrá apreciar la historia del Rumbón Mayor, como suele nombrarse, que tuvo origen en las procesiones religiosas del 25 de julio, dedicadas a Santiago Apóstol, además de importantes objetos que constituyen elementos de esta tradición como maquetas de carrozas, trofeos, pendones, vestuarios, capas y adornos de calle.
   Además, la instalación dispone de un área consagrada a los instrumentos musicales de las agrupaciones más significativas en esas fiestas: cabildo carabalí, tumba francesa y conga santiaguera, y con un patio donde se dan cita los más conocidos grupos folclóricos que recrean sus bailes tradicionales.
   Julio es un  mes peculiar para los nacidos en este pedazo del archipiélago, les esperan días de homenaje, de fiesta, de calles repletas de canto y de folclor;  de gente expresando toda la alegría que alberga en el corazón y la fuerza que le viene de sus ancestros.  

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