Aída
Quintero Dip
Santiago de Cuba necesita de los Tambores de Enrique Bonne como el aire
que le rodea, tras la suerte de contar con ellos para adueñarse un poquito cada
día de esa policromía de sonoridades que la identifican y hacen trascender como patrimonio de la cultura nacional.
Los Tambores de la ciudad, como suelen
decirles, son una agrupación de
percusión para conciertos que caracteriza
la suroriental urbe, donde se
cultiva un arte tradicional y popular de una particularidad sui géneris, ya que
“sin ser un grupo folclórico, ni una conga ni un conjunto de música bailable,
incursiona en todos los géneros”, refiere
uno de sus cantantes, Juan Toledano Martínez.
Su director general y fundador, el Maestro
Enrique Alberto Bonne Castillo, ha logrado sacar sublimes acordes combinando
tamboras, cata, tumbadoras, campana, bocúes, chequerés, maracas, batá, güiro y
corneta china.
Tiene 23 integrantes, quienes de forma
percutiva ofrecen un vasto
repertorio que incluye especialmente la
obra de Bonne. Dame la mano, La tortuga
y el conejo, Manigueta, La tragedia del sabor, La jicotea, La cometa, Linda cubana, Quinto batá, El cangrejo y Negro
carabalí burundanga, son piezas frecuentes en sus actuaciones, en las cuales
señorea la conga santiaguera al compás
de los cueros, la campana y la corneta china.
En las presentaciones de la agrupación
también entregan al público números de la cancionística mundial como boleros,
zambas, danzonetes, guarachas y querequetés,
y tampoco faltan los clásicos, entre estos La flor de la canela, Lamento
borincano, Como arroyo de palmas,
Vereda tropical y
Clavelitos.
El debut de Enrique Bonne y sus tambores fue
en 1959 con apenas siete músicos, cuando actuaron en los carnavales de La
Habana de ese año, pero es en septiembre
de 1961 en que se funda oficialmente con 54 integrantes.
Hoy,
con más de cinco décadas de fecunda actividad artística, ha deleitado al público en disímiles
escenarios de Cuba y el extranjero, donde siempre impactan por el sabor y picante que saben extraerle a
los tambores estos reconocidos
instrumentistas de Santiago de Cuba.
Maestría y calidad artística por medio,
Bonne y sus muchachos han tenido el gusto y el honor de acompañar con la cadencia
singular de sus tambores a prominentes personalidades y orquestas, entre las que resaltan Michel
Legrand, Rosita Fornés, Luis Carbonell, Frank Fernández y Rafael Somavilla,
además de otras reconocidas del patio.
Como bendecidos por el arte, con un poder interpretativo y musical que
subyuga, los Tambores de Enrique Bonne
definen al santiaguero, al
preservar las tradicionales culturales
de la nación en cada melodía, en sus contagiosos toques y cantos.
Cuando suenan no hay pie que se quede quieto,
puede ser cualquier escenario, hasta sitios elegantes y sobrios teatros, y si es en julio todos saben
que están anunciando los famosos carnavales de la ciudad más caribeña de Cuba,
tiempo en que sus calles se llenan de
una alegría inigualable, todo es fiesta y sabor.
Actualmente, con una estructura renovada
que ya atesora la tercera generación de los Tambores de Enrique Bonne, con
similares peculiaridades que la
concebida por su padre fundador, siguen
en el gusto popular como el primer día.
Lo
mismo le ocurre a la otrora villa santiaguera, que recibirá revitalizada, este
25 de julio, sus cinco siglos de fundada,
y que se ufana de contar con
hijos como Enrique Alberto Bonne Castillo, quien con casi 90 años no se cansa de reverenciar y hacerle regalos a su ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario