viernes, 3 de julio de 2015

Santiago 500: Los Tambores de Enrique Bonne



Aída Quintero Dip
  Santiago de Cuba necesita  de los Tambores de Enrique Bonne como el aire que le rodea, tras la suerte de contar con ellos para adueñarse un poquito cada día de esa policromía de sonoridades que la identifican y hacen trascender  como patrimonio de la cultura nacional.
  Los Tambores de la ciudad, como suelen decirles, son una agrupación  de percusión para conciertos que caracteriza  la suroriental urbe,  donde se cultiva un arte tradicional y popular de una particularidad sui géneris, ya que “sin ser un grupo folclórico, ni una conga ni un conjunto de música bailable, incursiona en todos los géneros”, refiere   uno de sus cantantes, Juan Toledano Martínez.
  Su director general y fundador, el Maestro Enrique Alberto Bonne Castillo, ha logrado sacar sublimes acordes combinando tamboras, cata, tumbadoras, campana, bocúes, chequerés, maracas, batá, güiro y corneta china.
  Tiene 23 integrantes, quienes de forma percutiva ofrecen  un vasto repertorio  que incluye especialmente la obra de  Bonne. Dame la mano, La tortuga y el conejo, Manigueta, La tragedia del sabor, La jicotea, La cometa,  Linda cubana, Quinto batá, El cangrejo y Negro carabalí burundanga, son piezas frecuentes en sus actuaciones, en las cuales señorea  la conga santiaguera al compás de los cueros, la campana y la corneta china.
  En las presentaciones de la agrupación también entregan al público números de la cancionística mundial como boleros, zambas, danzonetes, guarachas y querequetés,  y tampoco faltan los clásicos, entre estos La flor de la canela, Lamento borincano, Como arroyo de palmas,  Vereda  tropical   y   Clavelitos.
  El debut de Enrique Bonne y sus tambores fue en 1959 con apenas siete músicos, cuando actuaron en los carnavales de La Habana de ese año,  pero es en septiembre de 1961 en que se funda oficialmente con 54 integrantes.
   Hoy,  con más de cinco décadas de fecunda actividad artística,  ha deleitado al público en disímiles escenarios  de Cuba y el extranjero,  donde siempre impactan   por el sabor y picante que saben extraerle a los tambores  estos reconocidos instrumentistas de Santiago de Cuba.
   Maestría y calidad artística por medio, Bonne y sus muchachos han tenido el gusto y el honor de acompañar con la cadencia singular de sus tambores a prominentes personalidades  y orquestas, entre las que resaltan Michel Legrand, Rosita Fornés, Luis Carbonell, Frank Fernández y Rafael Somavilla, además de otras reconocidas del patio.
   Como bendecidos por el arte,  con un poder interpretativo y musical que subyuga, los Tambores de Enrique Bonne  definen  al santiaguero, al preservar  las tradicionales culturales de la nación en cada melodía, en sus contagiosos toques y cantos.
  Cuando suenan no hay pie que se quede quieto, puede ser cualquier escenario, hasta sitios elegantes y  sobrios teatros, y si es en julio todos saben que están anunciando los famosos carnavales de la ciudad más caribeña de Cuba, tiempo en que  sus calles se llenan de una alegría inigualable, todo es fiesta y sabor.
    Actualmente, con una estructura renovada que ya atesora la tercera generación de los Tambores de Enrique Bonne, con similares peculiaridades  que la concebida por su padre fundador,  siguen en el gusto popular como el primer día.
    Lo mismo le ocurre a la otrora villa santiaguera, que recibirá revitalizada, este 25 de julio, sus cinco siglos de fundada,  y que se ufana  de contar con hijos como Enrique Alberto Bonne Castillo, quien con casi  90 años no se cansa de reverenciar  y hacerle regalos  a su ciudad.

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